En septiembre de aquel agitado año, después de levantarse en armas contra el régimen huertista, Venustiano Carranza estableció el cuartel general del Ejército Constitucionalista en esta ciudad, que desde entonces fue designada Capital Nacional de la Legalidad. En el Palacio de Gobierno, el llamado Primer Jefe aseveró: “Tendremos que removerlo todo. Crear una nueva Constitución”, lo que no sería una realidad sino hasta 1917.
Hermosillo, pacífica y pequeña ciudad del noroeste del país, con unos 15 mil habitantes en 1913, veía pasar la vida con paciente desenfado provinciano, pero las noticias trágicas de la ciudad de México crearon incertidumbres y temores de nuevo. Se decía que las fiestas del carnaval de ese año habían sido deslucidas en Hermosillo y Guaymas debido a que, desde el triunfo del maderismo, las clases altas sonorenses, incluidos los Álamos, Ures y Arizpe, se oponían a que sus familias alternaran con algunas gentes venidas a más gracias a la Revolución.
Con tristeza y pena decimos que a la muerte de Madero y Pino Suárez, ese 22 de febrero no se izó la bandera a media asta en Hermosillo, ni los periódicos pusieron sus esquelas de luto, sólo unos cuantos manifestaron su inconformidad. El coronel Benjamín G. Hill, prefecto político de Hermosillo, aprehendió al día siguiente a Francisco M. Aguilar y Ramón Oviedo, quienes la noche anterior, al calor de los brindis en la cantina La Central, habían lanzado vivas a Victoriano Huerta, por lo que los obligó a caminar varias veces entre la penitenciaría y la plaza Zaragoza, exhibiéndolos públicamente.
Los sonorenses empiezan la guerra en marzo y triunfan sobre los federales huertistas en Nogales, Naco, Cananea, Santa María y Santa Rosa (las dos últimas, al sur de Hermosillo), dejando a los derrotados sitiados en el puerto de Guaymas para junio de 1913.
Venustiano Carranza, gobernador de Coahuila, fue el primero en romper relaciones con el régimen de Huerta, el 19 de febrero. Sonora sería el segundo estado por medio del Decreto No. 122 del Congreso de Sonora y el Manifiesto de Nacozari del 5 de marzo de 1913, con Ignacio L. Pesqueira a la cabeza como gobernador interino.
A partir del Plan de Guadalupe del 26 de marzo de ese año, Carranza asumió el puesto de Primer Jefe del Ejército Constitucionalista para luchar contra el régimen de Huerta y restablecer la legalidad de la Constitución de 1857, que se había violado con el golpe de Estado y los asesinatos de Madero y Pino Suárez.
Entre los constitucionalistas sonorenses se empezó a hablar discretamente de que el Primer Jefe, invitado por los sonorenses, había salido de Coahuila a caballo en julio de 1913. Lo acompañaban unos cuantos civiles y 150 soldados. Llegaron la noche del 18 de septiembre a Hermosillo, donde Carranza estableció el Cuartel General Nacional del Ejército Constitucionalista.
El Primer Jefe estableció los poderes nacionales preconstitucionales en Hermosillo a mediados de octubre, además de emitir una serie de leyes, circulares y decretos, algunos de gran contenido social para la época.
Esta publicación es un fragmento del artículo "Hermosillo en 1913" de José Rómulo Félix Gastélum y se publicó íntegramente en la edición de Relatos e Historias en México, núm. 55