Heriberto Frías, el periodista que enfrentó a Porfirio Díaz

Se convirtió en un ícono de la Revolución

Ricardo Cruz García

La participación de Frías en la represión del ejército contra los pobladores de Tomochic lo marcaría de por vida, aunque su testimonio sería fundamental para dar a conocer esta cuestionable actuación del gobierno porfirista.

 

Para cuando inició el movimiento antirreeleccionista contra Díaz, Frías encabezaba El Correo de la Tarde, diario de Mazatlán, Sinaloa, a donde había llegado tras dejar la capital mexicana debido a otro periodo de estrechez económica. En el puerto dio a la luz las novelas El último duelo: un crimen social de la época del presidente Manuel González (1907; basada en un polémico lance a muerte entre Francisco Romero, periodista y diputado, y el funcionario José C. Verástegui) y El amor de las sirenas (1908).

Desde El Correo de la Tarde, Frías volvió a la oposición y criticó al gobierno de Díaz. En 1909 apoyó la candidatura independiente de su antiguo amigo José Ferrel para gobernador de ese estado. Asimismo, fue vicepresidente de la Prensa Asociada de los Estados. En febrero de ese año, ya iniciado el movimiento antirreeleccionista, el líder Francisco I. Madero lo contactó para que lo apoyara en su campaña política: “Tengo mucha satisfacción en haber entrado en correspondencia con Ud., pues ya lo conozco por uno de los viejos luchadores, de esos a quienes dedico mi libro y espero que nuestras relaciones serán provechosas para la causa que los dos servimos”. En efecto, en La sucesión presidencial en 1910 el coahuilense dedicó un capítulo a la “Guerra de Tomochic”, criticó la errónea determinación de Díaz y elogió la labor del testigo que dio a conocer el suceso.

Madero también solicitaría al periodista hacer propaganda a su favor en El Correo de la Tarde, así como publicar sus manifiestos y artículos, anunciar sus viajes a Sinaloa y preparar los ánimos con la impresión de miles de hojas sueltas para repartirlas. De hecho, en Mazatlán, Frías conocería en enero de 1910 al ya por entonces candidato presidencial, a quien ayudó a vender su famoso libro y mantuvo informado sobre el avance del movimiento en la región.

Más tarde, en septiembre de 1910, el líder político quiso aprovechar la experiencia periodística de Frías y le ofreció la dirección de El Constitucional, en la Ciudad de México. El coahuilense buscó hacer de ese diario el órgano oficial del Partido Antirreeleccionista, un medio que fuera su portavoz. Sin embargo, poco duraron las buenas intenciones, ya que a principios de noviembre El Constitucional entró en apuros económicos que le impidieron seguir publicándose.

Tras el estallido revolucionario, Frías huyó a Coahuila, en donde seguiría apoyando al movimiento. Regresaría a la Ciudad de México como acompañante de Madero en su entrada triunfal a la capital, en junio de 1911. Después del triunfo de los rebeldes, colaboró en el diario maderista Nueva Era en apoyo de la candidatura de Madero y con textos sobre el ejército mexicano y la realidad social del país. También destacó con sus escritos en los que reivindicó el papel de la mujer en la historia nacional y con las primeras versiones o fragmentos inéditos de sus novelas, entre otros textos literarios.

Luego de la caída del gobierno de Madero en 1913, Frías se unió a la revolución constitucionalista y dirigió La Voz de Sonora por encargo del gobernador de ese estado, José María Maytorena, y luego El Constitucional de México, en Hermosillo. En 1914 asistió como periodista a la Convención de Aguascalientes y poco después se unió a ella, distanciándose de sus antiguos compañeros de lucha, muchos de los cuales habían optado por apoyar a Venustiano Carranza en el conflicto que lo enfrentó con Francisco Villa.

Siguiendo el camino político de Maytorena, se integró al villismo y, de noviembre de 1914 a julio de 1915, encabezó La Convención, órgano oficial de la Soberana Junta Revolucionaria. De enero a mayo de 1915 también se encargó de El Monitor, periódico villista. Sobra decir que en ambas publicaciones fue constante la crítica al movimiento guiado por Carranza.

Los últimos años

Al triunfo del constitucionalismo en 1916, Frías tuvo que huir de nuevo. Las tropas carrancistas lo aprehendieron en Ixmiquilpan, Hidalgo; acusado por sus ideas políticas, fue juzgado en la Ciudad de México por un consejo de guerra que lo consideró militar retirado. Al no encontrarle delito alguno, arbitrariamente fue condenado a muerte por el general Pablo González, pena que Carranza conmutó por doce años de prisión, lo cual, gracias a viejos amigos maderistas, no se cumplió y, después de ocho meses, Frías quedó en libertad.

Con el general Álvaro Obregón en el poder, fue nombrado cónsul de México en Cádiz, España, de 1921 a 1923, periodo durante el cual escribió el libro ¿Águila o sol? y recibió el nombramiento de socio honorario de la Real Academia Hispano Americana de Ciencias y Artes. Tuvo que regresar a la Ciudad de México para atenderse una enfermedad intestinal. Aquí, casi ciego y reviviendo su añeja pasión, dio clases de historia en el Colegio Militar y en 1925 publicó sus últimos libros, en coautoría con su colega Rafael Martínez: Álbum histórico popular de la Ciudad de México y Juárez inmortal, una edición popular que se distribuyó gratis entre niños, soldados, obreros y campesinos del país.

Ese mismo año, murió en su casa de Tizapán, en la capital mexicana, el 12 de noviembre. Fue sepultado en el Panteón Francés y dejó inconclusa la novela El diluvio mexicano, en la cual critica al carrancismo. “Heriberto Frías fue un ejemplo de inteligencia bien empleada”, sin embargo, “murió pobrísimo”, recordaría su viejo compañero de lucha Juan Sánchez Azcona.

 

Si desea leer el artículo completo, adquiera nuestra edición #160 impresa o digital:

“La lucha de los Seris”. Versión impresa.

“La lucha de los Seris”. Versión digital.

 

Recomendaciones del editor:

Si desea saber más sobre los personajes protagonistas de la Revolución Mexicana, dé clic en nuestra sección “Revolución Mexicana”.

 

Title Printed: 

Heriberto Frías