Érase una vez en una época de centauros

Gerardo Díaz

 

La historia del increíble jinete Manuel Saucedo

 

“¡Capitán, le toca banca!”, indicó el teniente coronel Humberto Mariles a Víctor Manuel Saucedo Carrillo previo a la competición de salto por equipos en los Juegos Olímpicos de Londres, en 1948. Sin chistar, el capitán aceptó la orden en uno de los momentos más dulces y amargos de su carrera. México se llevó la gloria del oro y él mismo portó la presea sobre su pecho al ser suplente oficial de la escuadra, aunque no participó en la competencia.

Nacido en Toluca en 1919, Víctor ingresó al Heroico Colegio Militar en 1937. Pronto se puso al servicio de la caballería, donde destacó por su buen trato a los equinos, a tal grado que el coronel Humberto Mariles apostó por él para incorporarlo al equipo de equitación militar en 1943.

Apoyados por los presidentes Lázaro Cárdenas y Manuel Ávila Camacho, la sección ecuestre de la milicia representaba el espíritu de la lucha armada revolucionaria. Obsoleta para la operatividad moderna pero poderosa en el imaginario popular, su manutención fue necesaria para una buena imagen pública. Sin embargo, la elección del licenciado Miguel Alemán como presidente causó incertidumbre sobre este cuerpo, que incluso se confrontó con él y a punto estuvo de no asistir a la justa de Londres.

Los militares realizaron una gira previa a estos Juegos Olímpicos, destacando en las competiciones más importantes pese a la orden presidencial de que volvieran, pues ya había sido girada una orden de arresto en contra de su capitán. Este atrevimiento de Mariles rindió fruto y Miguel Alemán de a poco fue cediendo. Por su parte, en 1946 Saucedo probó las primeras mieles internacionales tras participar en la Copa Francia y en la Copa de las Naciones celebrada en el Madison Square Garden de Nueva York. Logró ser seleccionado en el equipo olímpico, pero por reglamento y ante el buen nivel de sus compañeros, tuvo que conformarse con contemplarlos.

Víctor Manuel logró obtener el grado de mayor de caballería y representar a nuestro país en otros eventos internacionales, donde terminó entre los mejores. Cuando llegó el momento de soltar las riendas lo hizo, pero sin deslindarse de su pasión. Entonces se convirtió en un gran maestro dentro y fuera del Colegio Militar. Fundó una de las escuelas de equitación más importantes del país.

Ingresó al Salón de la Fama de la Confederación Deportiva Mexicana en 1983 y murió el 28 de julio de 2012. Hasta el final de sus días, recordó con orgullo su medalla olímpica. No se sintió apartado o inmerecido, sino parte de un equipo altamente competitivo.