Del Atlante de barrio hasta el Guadalajara, el futbol de pronto llenó estadios. Con la aparición de las transmisiones de radio, sus fanáticos pudieron seguirlos desde otros espacios. La imaginación de los primeros narradores hizo eco y transformó en figuras a los más destacados de los diferentes equipos.
El nacionalismo revolucionario no fue adoptado únicamente en el discurso político o en las bellas artes. También se expresó a través de actividades más populares, como el futbol, que comenzó a ser parte de la vida cotidiana cuando la población urbana creció y acogió a alguno de los equipos amateurs con el que se identificaba.
Del Atlante de barrio hasta el Guadalajara –que más tarde entendió el beneficio y la complicidad con las gradas al alinear únicamente a mexicanos–, el futbol de pronto llenó estadios. Con la aparición de las transmisiones de radio, sus fanáticos pudieron seguirlos desde otros espacios. La imaginación de los primeros narradores hizo eco y transformó en figuras a los más destacados de los diferentes equipos. Los jóvenes se identificaban con algún héroe del balón cuya foto aparecía en un diario dominical.
En este sentido, Óscar Bonfiglio Martínez realizó un triunfo doble. Nacido en 1905 en Guaymas, ascendió en el escalafón militar de la misma manera que en el futbolístico. Jugando entre colegas, destacó como portero y fue titular del Guerra y Marina, que se transformó en el histórico Marte.
Bonfiglio fue seleccionado de México en los Juegos Olímpicos de Ámsterdam en 1928. Pero tal vez la etapa más agridulce de su carrera la vivió dos años después, cuando diferentes escuadras nacionales se enfrentaron en Uruguay en el primer Campeonato Mundial de futbol de 1930, que mostró la posibilidad de unir a un país bajo el manto de once hombres compitiendo por una esférica.
Debido a ello, el sonorense fue el primer portero mexicano en un mundial. Del campeonato hay poco bueno que decir: tres marcadores negativos con una desproporcionada cantidad de cuatro goles a favor y trece en contra. Aunque, eso sí, dejó un par de datos para la historia: fue el primer portero en recibir gol, pero también el primero en atajar un penal en ese tipo de competiciones.
Con todo, la idea de pertenencia y representación de una nación estuvo ahí. Tras contribuir con su granito de arena al desarrollo del futbol mexicano, Bonfiglio Martínez se retiró como general del ejército. Sin duda, su labor fue fundamental para que muchos hoy nos unamos al momento de ponernos “la verde”, en un acto, por cierto, de lo más nacionalista.
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El primer portero mexicano en un mundial de futbol