La primera versión de la leyenda del “bandido generoso” es de 1888, a tres años de su muerte en las mazmorras de San Juan de Ulúa, donde había sido recluido después de su juicio en Querétaro el año anterior.

Al buscar información sobre el noble bandido Chucho el Roto, encontramos a un osado ladrón en el Porfiriato llamado Jesús Arriaga, apodado El Roto por la policía, pero no encontramos los datos que vertebran la intriga de la novela; es decir, que fuese un bandido generoso ni nada sobre su relación con una hija de la alta burguesía porfiriana, Matilde de Frizac. La primera leyenda apareció tres años después de su muerte (1888) y ya en el siglo XX, con la potencia de la radio, su celebridad rebasó el ámbito de Ciudad de México. La famosa radionovela consolidó la leyenda de este Robin Hood y dio lugar a una secuencia de películas y a una telenovela protagonizadas por Manuel López Ochoa. La radionovela Chucho el Roto estuvo casi once años al aire con más de tres mil capítulos y esta presencia ha hecho suponer a algunos que el personaje nunca existió. Quizá porque se sabía que era ficción el protagonista de otra célebre radionovela de los años cincuenta: Porfirio Cadena, el Ojo de Vidrio.

Los relatos de bandidos tienen un origen puramente local, pero en el siglo de la expansión de los medios masivos (la rotativa, la radio y la televisión) los personajes se apoderaron de la imaginación pública para ahogar al personaje real en la leyenda.

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