Para Santos Degollado, tomar la Ciudad de México desde el pueblo de Tacubaya aquel 18 de marzo de 1859 no solo significaba dejar atrás la mala fama de sus derrotas que ya comenzaban a ensombrecer su nombre.

Era una oportunidad ideal para aplastar las reservas del ejército conservador, pues el grueso había partido para intentar arrebatar Veracruz a Benito Juárez; además, los principales generales conservadores, como Miguel Miramón, Tomás Mejía y Leonardo Márquez, estaban ausentes. Sin embargo, en vez de atacar inmediatamente, Degollado retrasó el avance.

Intentó desgastar a la ciudad cortando agua y suministros. No importó. Cinco días más tarde, el 23 de marzo, Tomás Mejía reforzó la capital. Un punto de inflexión más. Sin embargo, Santos Degollado continuó dubitativo.

El 2 de abril cuando ordenó un asalto general, fue rechazado. Sus hombres regresaron, jadeando entre Chapultepec y Tacubaya. La iniciativa fracasó. La ciudad ya se encontraba preparada. Para el día 7 de abril, con la llegada del conservador Leonardo Márquez ya no se escuchaba entre la tropa el cuándo atacarían, sino el cómo tendrían que defenderse. Efectivamente, el 11 de abril Márquez encaró a los liberales en Tacubaya, propinando a Degollado otra derrota y obligando a su ejército a huir del valle de México de forma desorganizada.

Hasta hoy continúa siendo un tema debatible el plan trazado por don Santos. Dadas las condiciones del ejército liberal en el país se considera que sus acciones salvaron a Veracruz y otras plazas, haciendo reconcentrar en la capital al ejército conservador. Otros resaltan la incapacidad militar de Degollado para golpear furtivamente las finanzas conservadoras a través de un ataque contundente a la ciudad.

Actualmente es una colonia más de la ciudad y entre la avenida Patriotismo y la calle 11 de Abril emerge un pequeño monumento a los caídos. Pocos recuerdan por qué.

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