En una de las esquinas frente al parque del barrio de Santiago, de la ciudad de Mérida, existe una placa labrada en piedra que representa un barco y un muelle cuyo nombre no tiene orígenes en el español. Muchas personas recuerdan este lugar por el establecimiento que estuvo ahí por muchos años, pero pocos son quienes conocen su historia de la que incluso existen dos versiones.
En el libro Mérida en los años Veinte de Francisco de Montejo Baqueiro se menciona la siguiente explicación:
En el predio No 483 de la calle 72 en su cruce con la calle 57, ángulo suroeste, allí por los años 1910-1912, D. Eduardo Graham había abierto un elegante salón expendedor de cerveza y licores finos, el que llamó “El Chemulpo”. Este vocablo, según información recogida, es el nombre de un puerto de Japón, muy nombrado durante la guerra ruso-japonesa.
Una segunda versión del nombre, es la que se conoce por algunas personas de la Asociación de Coreanos en Yucatán que recuerdan que el motivo de este lugar surgió cuando a esta cantina acudía un coreano, de aquellos que llegaron a Yucatán en 1905 para trabajar en las haciendas a cortar las hojas del henequén, y cuando éste tomaba más de la cuenta se ponía a lanzar porras gritando después de que bebía: ¡CHEMULPO, CHEMULPO, CHEMULPO!, a lo que los demás asistentes coreaban con simpatía.
Con el paso del tiempo el dueño del negocio le preguntó la razón de celebrar con esta palabra que no le decía nada y tampoco se relacionaba con alguna conocida para él. Entonces aquél le narró la historia de cómo habían llegado engañados a México poco más de mil personas de su país, a quienes les dijeron que ganarían mucho dinero en estas tierras, pero su destino fue el del trabajo duro en las haciendas henequeneras en Yucatán. Este grupo de personas había salido de Corea desde el puerto de Chemulpo, y por lo mismo éste había sido lo último que vieron de su patria.
Aquella historia conmovió al dueño del lugar por lo que al poco tiempo cambió el nombre del negocio a “Chemulpo” como hasta ahora se le recuerda.
Esta publicación es un fragmento del artículo “El Chemulpo” del autor Javier Amado Corona y se publicó íntegramente en Relatos e Historias en México, núm. 10.