El 23 de enero de 1516 muere Fernando el Católico

Y se fortalece el imperio español

Gerardo Díaz

Pocas semanas después de la muerte de Fernando, su nieto Carlos, conocido como el César, sería el primer rey que unificaría en su persona las coronas de Castilla y Aragón. Era el sueño de sus abuelos. Se consolidaba entonces el imperio de España.

 

Uno de los matrimonios más trascendentales de la historia occidental fue el de Isabel de Castilla y Fernando de Aragón. Consumada en 1469, esta unión forjó una alianza entre dos importantes Coronas de la península ibérica. Con el tiempo, también determinó la unificación militar, cultural y política que acabó con siglos de presencia musulmana en Europa, así como el nacimiento de un imperio nunca visto gracias a la empresa ultramarina del almirante genovés Cristóbal Colón.

Tanto Isabel como Fernando realizaron una titánica labor en sus reinos para que se les respetara como autoridades. En Castilla, fue admirada la presencia de Fernando en los campos de batalla, pues demostró valor y talento militar en las campañas que lideró; incluso, la reina Isabel le encomendó sus ejércitos. Asimismo, los súbditos de la reina estaban a sus órdenes religiosamente, hasta que ella murió en 1504, año en que la alianza se fracturó, luego de que los nobles de Castilla reconocieran como heredera al poder a la hija de ambos: Juana.

Sin embargo, la devoción de la joven a su marido Felipe el Hermoso, y el deseo de este por gobernar, llevó a los castellanos a agasajarlo y a permitir que rigiera en nombre de Juana. Por su parte, ya sin el apoyo de Castilla, Fernando vio peligrar sus posesiones en Italia y, para equilibrar las balanzas de poder, desposó a una sobrina del rey francés, como un amparo militar. Además, sabía que, si procreaba a un hijo varón, este reemplazaría en el trono de Aragón a Juana.

Todo cambió para Fernando cuando Felipe el Hermoso murió. Entonces regresó a Castilla para reclamar su derecho a la regencia, argumentando la inestabilidad de Juana –que ya era llamada la Loca– y la prematura edad de su nieto Carlos. A ella la exilió en el Castillo de Tordesillas, donde permaneció hasta el final de sus días. Con todo, en su testamento fue escrupuloso en las reglas y le legó todas sus posesiones, aunque dispuso que su nieto Carlos fuese el verdadero regente y gobernador, dadas las condiciones de su madre.

Pocas semanas después de la muerte de Fernando, su nieto Carlos, conocido como el César, sería el primer rey que unificaría en su persona las coronas de Castilla y Aragón. Era el sueño de sus abuelos. Se consolidaba entonces el imperio de España.

 

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