El viaje de las hermanas Larráinzar durante el imperio de Maximiliano
Se necesitaba vivir bajo “los mejores auspicios” para poder recorrer Europa y las hermanas Larráinzar los tuvieron a manos llenas. Pertenecientes a una clase social privilegiada, y animadas por su padre, don Manuel –quien formaba parte del gobierno imperial de Maximiliano–, arraigaron en su mente el propósito de presentar cómo era el Viejo Continente en la década de 1860.
Enriqueta y Ernestina se propusieron publicar un testimonio para el viajero mexicano. Lugares, costumbres, gente, festejos, ambientes, clima, naturaleza… fueron objeto de su sensible observación. También mostraron en los voluminosos tomos de Viaje a varias partes de Europa, “el conocimiento de lo que hemos visto y examinado; momentos de distracción y las sensaciones de solaz que hemos experimentado”. Agregaban que quienes “jamás han respirado otro aire que el dulce de la patria”, su relato los transportaría “a las más grandes capitales de Europa sin los trabajos, peligros e incomodidades de un viaje”.
Enriqueta y Ernestina Larráinzar salieron de Ciudad de México a mediados de la década de 1860. Desde entonces abrazaron su proyecto: “Emprendimos la ardua tarea de dar a conocer lo que más había llamado nuestra atención y llenado nuestros corazones”. Sus experiencias estuvieron apegadas a su pomposo estilo de vida, pues tuvieron contacto con lo más granado de la sociedad europea. De ello dieron cuenta en inagotables ocasiones, como lo refleja una dedicatoria a Guillermo II, emperador de Alemania.
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Dos “niñas bien” en Europa