Durante algunos años, Madero y Flores Magón fueron compañeros de ruta en la oposición a la dictadura de Porfirio Díaz. La evolución del Partido Liberal Mexicano hacia el anarquismo socialista distanció a ambos amigos, hasta su ruptura definitiva.
Nadie podía negar que el liberalismo político se encontraba en las raíces ancestrales de ambos personajes. Entre ellos mediaba un año de diferencia. Francisco Ignacio había nacido en 1873, en Parras, Coahuila, y era el primogénito de una de las familias más acaudaladas del Porfiriato gracias al talento que tenía el abuelo Evaristo para hacer negocios y entablar buenas relaciones comerciales.
Ricardo Flores Magón era originario de San Antonio Eloxochitlán, Oaxaca, lugar donde sus padres habían echado raíces después de la guerra contra el imperio y en donde nació en 1874. La familia pertenecía a la clase media que surgía en medio de la estabilidad política y económica que llegó con la dictadura porfirista. Francisco Ignacio Madero conoció el liberalismo político durante el tiempo que estudió en Francia y en Estados Unidos −desde finales de la década de 1880 y hasta los primeros años de la década de 1890−. En ese periodo, además de empaparse del conocimiento espírita, miró de cerca a la democracia representativa, la participación ciudadana y el respeto a la ley y por las instituciones que guardaban franceses y estadounidenses.
Ricardo Flores Magón estudió en la Escuela Nacional Preparatoria y a pesar de que la filosofía del régimen porfirista era el positivismo de Augusto Comte, el liberalismo era parte de su entorno familiar: su padre combatió con los liberales durante la Guerra de Reforma, con los republicanos frente a la Segunda Intervención francesa y al imperio de Maximiliano, y finalmente se sumó a la Revolución de Tuxtepec que llevó a Porfirio Díaz al poder en 1876. La amistad con Camilo Arriaga –hijo de Ponciano Arriaga, uno de los principales liberales de la generación de la Reforma–, permitió a Flores Magón adentrarse a la literatura política liberal, social y anarquista.
Al doblar el siglo, aún sin conocerse, Flores Magón y Madero compartían una idea común: la oposición contra el régimen de Porfirio Díaz, pero sus conceptos sobre el liberalismo eran diferentes. Para Ricardo, el liberalismo se materializaba en la lucha de Benito Juárez; más que la democracia, lo importante era la igualdad ante la ley y esa igualdad debía extenderse hacia el ámbito socioeconómico.
El oaxaqueño comenzó su crítica al sistema político porfirista en 1900, a través de un periódico que con el tiempo se convertiría en un bastión opositor: Regeneración. Madero lo hizo en 1904, participando en la campaña local de Coahuila, postulando a un candidato opositor al contendiente oficial para la gubernatura del estado, y al igual que Flores Magón, se valió de la palabra escrita para despertar la conciencia cívica: en San Pedro de las Colonias, Coahuila, fundó el periódico El Demócrata.
Los nombres de ambas publicaciones resultan por demás elocuentes. Curiosamente en ellos asomaba el futuro desencuentro. Flores Magón propondría una regeneración de la patria y de sus instituciones, pero desde una lógica social; Madero, por su parte, elegiría el camino de las leyes y las instituciones como fórmula para instaurar la democracia y transformar la realidad del país asolado por la dictadura; su lógica era política. Regeneración y democracia: un mismo fin con dos visiones distintas para alcanzarlo, mismas que terminarían confrontadas entre sí. Por su origen, por su formación intelectual y por su visión de la realidad mexicana, Madero y Flores Magón difícilmente podrían haber encontrado un punto de comunión en su lucha; no obstante, que los dos se oponían a la dictadura porfirista.
A principios de 1905, Ricardo Flores Magón se encontraba en Estados Unidos, adonde había tenido que huir perseguido por la policía porfirista. Su estancia en San Luis Missouri, San Antonio, Texas y otras ciudades estadounidenses fue un calvario; él y sus partidarios apenas sobrevivían en el exilio. Madero apoyó a Ricardo y pagó por adelantado una serie de suscripciones anuales de Regeneración, y además ofreció su ayuda desinteresada porque consideraba que perseguían la misma causa.
Por entonces, Madero se encontraba inmerso en la campaña electoral de Coahuila; de ahí que entregó sin miramientos su ayuda a Flores Magón y era tal su optimismo que le escribió: “Creemos que su Regeneración tendrá que conocer las Regeneraciones de la patria, inflamando a los mexicanos de noble indignación contra sus tiranos”.
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El liberal y el anarquista