Alfonso Reyes y su intensa relación intelectual con Costa Rica

Tomás Federico Arias Castro

Tras la primera publicación de Visión de Anáhuac, la amistad y respecto intelectual entre Joaquín García y Alfonso Reyes se reafirmó tras un extraordinario emprendimiento cultural del editor costarricense.

 

Después de la violenta Decena Trágica y el asesinato del presidente Francisco I. Madero (febrero de 1913), el jurista y literato Alfonso Reyes Ochoa viajó a Francia como diplomático del sedicioso gobierno del general Victoriano Huerta, ya que su padre, el general Bernardo Reyes Ogazón, había sido uno de los principales complotados en la rebelión de cita.

Tras la derrota de Huerta en 1914, Reyes se trasladó a España, donde laboró como periodista, traductor, editor y escritor de artículos, reseñas y ensayos, destacando el que realizó en 1915 sobre las impresiones de los descubridores españoles a su arribo al altiplano central mexicano en el siglo XVI.

No obstante, dicha obra no fue publicada en Madrid o la Ciudad de México, sino en San José, capital de Costa Rica, dada la amistad de Reyes con el académico, literato y editor de ese país, Joaquín García Monge, quien, incluso, por petitoria del propio Reyes, fue quien escogió el nombre final del libro. Pues, según el correo transcrito en la introducción de ese texto, “Esto le envío, correspondiendo a su amable invitación, para que le dé hospitalidad en su preciosa colección […] le he puesto un nombre absurdo: mil quinientos diez y nueve. Si le parece malo, puede usted poner este otro: Visión de Anáhuac (1519). Alfonso Reyes”.

Empezaba así la historia en territorio costarricense de una de las obras más célebres de Reyes en particular y de la historia literaria de México en general.

Contexto previo

Joaquín García Monge nació en la entonces villa de Desamparados el 20 de enero de 1881, siendo entre 1898 y 1899 cuando realizó sus primeros escritos y culminó la educación colegial, hasta que en 1900 publicó su pionera novela El Moto con la que adquirió gran reconocimiento en el ámbito literario de Costa Rica.

Siempre en 1900, publicó la también novela Hijas del campo y laboró como maestro escolar, hasta que obtuvo una beca gubernamental para estudiar en el prestigioso Instituto Pedagógico de Santiago (Chile), para lo cual viajó en 1901; previo a ello, escribió su tercera novela, Abnegación, publicada en 1902.

Tras su estancia en suelo chileno, en donde obtuvo el título profesional de educador, García retornó a Costa Rica en 1904 y trabajó como docente en varios colegios. Mismo año en que publicó su primera revista con el nombre de Vida y Verdad, siendo desde 1905 cuando colaboró con artículos literarios para el periódico La Prensa Libre y fundó su segunda revista, a la que llamó La Siembra.

Fue entonces en 1906 cuando García editó su primera antología literaria con el apelativo de Colección Ariel, en la que publicaba folletos mensuales con obras o extractos de ellas, tanto de escritores costarricenses como extranjeros, fungiendo también como redactor en la revista Páginas Ilustradas. Asimismo, fue socio fundador del Ateneo de Costa Rica(1908), director de la Escuela de Adultos de San José (1909) e inició una nueva colección editorial: Ediciones Sarmiento (1907). De seguido, se desempeñó en la sección literaria de la revista Anales del Ateneo de Costa Rica y laboró como profesor en la Escuela Normal de Costa Rica (1915) e inspector de escuela de la provincia de Heredia (1916), año este último en que comenzaría una de las etapas más importantes de su vida.

La obra pionera

En 1916 Joaquín García creó una tercera colección editorial a la que denominó El Convivio y cuyo lema fue In angello cum libello (a solas con un libro), el cual se atribuye al teólogo, literato y filósofo germano medieval Thomas de Kempis.

Colección compuesta de relatos de autores hispanoamericanos de aquella coyuntura, así como de escritores clásicos en lenguaje castellano, la cual se realizó con una impresión y edición muy bien elaboradas, así como una esmerada distribución hacia España y distintos países de América.

Así, como conocedor de los trabajos y obras previas de Alfonso Reyes en México y el territorio ibérico, García le propuso la publicación de uno de sus ensayos bajo el sello editorial de El Convivio, lo cual fue aceptado con gusto por el literato mexicano, quien le remitió Visión de Anáhuac dividida en cuatro capítulos.

Obra que comenzó con el ahora conocido epígrafe: “Viajero: has llegado a la región más transparente del aire”, frase para la que Reyes se inspiró en lo afirmado por el intelectual alemán Alexander von Humboldt en su célebre libro de 1811 Ensayo político sobre el Reino de la Nueva España, en cuyo capítulo tres del libro uno consignó: “La grande masa de la cordillera de México y la inmensa extensión de sus llanuras producen una reverberación de los rayos solares que no se observa a igual altura en los países montañosos más desiguales”.

Por su parte, en el capítulo uno de su texto, Reyes indicó: “En su Ensayo Político, el barón de Humboldt notaba la extraña reverberación de los rayos solares en la masa montañosa de la altiplanicie central, donde el aire se purifica”.

 

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