Miguel Cabrera

Cartografía urbana

Gerardo Díaz Flores

La obra de este pintor novohispano está presente en prácticamente  todos  los  museos  de arte  de  México  y  es  tan  prolífica  que  abarca  desde  composiciones para la Iglesia hasta representaciones de  castas  y  de  la  vida  cotidiana  en  Nueva  España.  Y  a pesar de su copiosa producción, su obra en ningún momento desmerece en calidad.

 

A  pesar  de  ser  uno  de  los  más grandes  maestros  del  arte  novohispano,  aún  existe  polémica  sobre  sus  fechas de nacimiento y muerte. Las referencias halladas indican que nació en Oaxaca en 1695 y que en las primeras décadas  del  siglo  XVIII  asistió  al  taller  del  pintor José de Ibarra, en la capital del virreinato. Ahí obtuvo fama gracias a sus habilidades, al grado de ser contratado  por  el  arzobispo  de  México José  Manuel  Rubio  y  Salinas,  a  cuya  petición  Cabrera  realizó  la  obra Nuestra  Señora  de Guadalupe, por  mencionar  uno de los encargos más célebres.

 

Cabrera supo colocarse en el gusto de la sociedad y montó un taller al que llegaron muchas solicitudes de trabajo. Su Retrato de Sor Juana Inés de la Cruz –en el  Museo  Nacional  de Historia-Castillo  de  Chapultepec– es hasta la fecha una obra icónica por su brillante técnica y la importancia del personaje, aunque no es común que se conozca al autor del óleo.

 

También el templo de la Profesa –en la esquina de Isabel  la  Católica  y  Madero,  en  el  Centro Histórico  de la ciudad de México– resguarda uno de sus trabajos más  ambiciosos:  la representación  de  la  vida  de  San  Ignacio dividida en una serie de óleos de tamaño natural que fueron realizados en menos de un año y medio. Por su parte, el Museo Nacional de Arte –en la calle Tacuba,  en  el  centro  de  la  capital–  alberga  La Virgen del Apocalipsis, finalizada aproximadamente en 1760 y  que  toma  como  referencia  para  su  realización  la  versión de San Juan Evangelista, en una composición llena de colorido y trazos excepcionales que han sido altamente admirados por los críticos de arte.

 

En 1753 su obra pictórica ya era ampliamente reconocida por el gremio y en ese año fue nombrado presidente de la primera academia de pintura en Nueva España,  antecedente  directo de  la  Academia  de  San  Carlos.  Su  muerte  sucedió  en  1768  y  representó  un  duro golpe para el arte, pues el maestro Miguel Cabrera aún tenía mucho que enseñar.

 

El artículo breve "Miguel Cabrera" del autor Gerardo Díaz Flores se publicó íntegramente en la revista impresa de Relatos e Historias en México No. 78: http://relatosehistorias.mx/la-coleccion/78-conspiracion-en-la-embajada-...