Ignacio López Tarso da vida al pregonero Dionisio Pinzón en El gallo de oro. Por su parte, la actriz y cantante Lucha Villa encarnó a la briosa Caponera.
Luego de recibir un gallo dorado moribundo que acababa de perder su pelea en una feria, el pregonero Dionisio Pinzón lo lleva a su choza para revivirlo. Entonces, lo cura con mejunjes y realiza algunos ritos, como enterrarlo parcialmente en el suelo. Al cabo de un tiempo, lo lanza nuevamente al palenque, quizá sin imaginar la riqueza y el poder que acumularía a la par de los triunfos del ave, pero cuyo final será totalmente distinto a esa inercia; al fin y al cabo, como dice el protagonista de esta película, “el que nace pa’ maceta...”.
En esta historia sellada por el signo del azar, el juego y las apuestas, el exitoso destino de Dionisio (interpretado por Ignacio López Tarso), con todo y su encumbramiento social inversamente proporcional al egoísmo y obsesión que de a poco lo carcomen, se cruza con el derrumbe del poderoso gallero Lorenzo Benavides (Narciso Busquets), quien intenta comprarle su animal y hasta asociarse con él. Pero tanto en el declive de Lorenzo como en el ascenso y caída de Pinzón figura Bernarda Cutiño, la Caponera (Lucha Villa), una mujer desenfadada, bebedora, de espíritu reacio, libre; cantante y amante. Ella es ese preciado amuleto que los lleva a la cima, pero que precipitará su caída cuando ya no esté para imantar su belleza a la buena suerte de ambos.
Estrenado en 1964 y dirigido por Roberto Gavaldón (1909-1986), este drama rural se filmó en Buena parte en las poblaciones queretanas de San Juan del Río, Bernal y Tequisquiapan, por lo que en las tomas abiertas es posible admirar los lomeríos, serranías y el intenso azul del cielo característico de esta entidad. Por otra parte, es deleitoso adentrarse en la trama por medio de los centenarios oficios de los protagonistas, o en aficiones como las peleas de gallos y las cartas, aunque también se ve la pobreza irreconciliable con el éxito económico que por lo general deviene en malos manejos de la fortuna y el entorno, o la desolación por no gozar de la libertad deseada, como pasa con la Caponera.
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El gallo de oro