A pesar de los obvios antecedentes y vínculos, los magonistas se alejaron no solo físicamente de México, sino también en términos ideológicos y políticos. Para comenzar, en Estados Unidos entraron en contacto con líderes obreros y periodistas de origen europeo que habían migrado a América. Así, se hicieron internacionalistas, muy atentos a temas como la Primera Guerra Mundial y la Revolución Rusa, aunque mantuvieron, e incluso acrecentaron, su interés por la población de origen mexicano que vivía en Estados Unidos.
En rigor, el distanciamiento fue mutuo: si se revisan los archivos gubernamentales de finales del Porfiriato, la mayor preocupación política fronteriza eran los magonistas, vigilados por un importante grupo de policías privados pagados por los cónsules mexicanos. En cambio, a partir de 1911 el interés giró, sucesivamente, a los reyistas, orozquistas, huertistas, convencionistas y villistas. 26 A partir de 1913 los magonistas solo eran un protagonista histórico, pero ya no una corriente poderosa y amenazadora. Como bien se ha señalado en la principal biografía de Ricardo Flores Magón, a partir de 1917 Carranza “no tenía ningún interés en ellos”.
Casi desatentos a México, ya no serían encarcelados en Estados Unidos por violar las “leyes de neutralidad”, sino por sus críticas a la política de Estados Unidos frente a la Primera Guerra Mundial. En concreto, un muy severo Manifiesto en contra del reclutamiento de obreros para que combatieran en la Primera Guerra Mundial, a la que veía como una guerra de capitalistas, fue la causa de su último y fatal encarcelamiento, en 1918. Sentenciado a una veintena de años de prisión, pena excesivamente alta pero explicable porque eran detestados su anarquismo y su involucramiento en la política nacional siendo extranjero, su pésima salud hacía equivalente dicha sentencia a una prisión perpetua.
Se insiste en que por sus graves problemas de salud se contempló la condonación o reducción de su condena a cambio de que se retractara de sus críticas al belicismo norteamericano. Sin embargo, una de sus principales características vitales era lo férreo de sus convicciones: Flores Magón prefirió permanecer encarcelado, entrando pronto su salud en un declive imparable. Falleció la madrugada del 21 de noviembre de 1922.
El diagnóstico de su muerte es ambiguo, debido a las deficientes atenciones médicas que recibía. Murió ciego por la diabetes que padecía; también expulsaba sangre cuando tosía, sin duda por algún grado de tuberculosis. El dictamen médico señaló que la causa de su muerte había sido la imprecisa “angina de pecho” –como a Benito Juárez–, que podía ser hasta un tumor pulmonar. En rigor, la verdadera causa de su muerte fue haber estado en diferentes prisiones la mayor parte de sus últimos veinte años de vida
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