El hada Janet y la princesa del Caribe

María N. Rodríguez Alarcón

Janet marcó la memoria de Chetumal y sus habitantes. Más de medio siglo después, sigue siendo el huracán más significativo en la historia de la ciudad y en torno a él se han tejido relatos y canciones, así como erigido monumentos conmemorativos.

 

Janet llega a Chetumal

El ciclón Janet llegó al sureste mexicano el 27 de septiembre de 1955. Se formó en Cabo Verde (archipiélago en el occidente de África) entre los meses de agosto y septiembre, y luego llegó a Barbados, Granadas y la isla Swan, en las Antillas, variando en magnitud hasta alcanzar Honduras Británica y México convertido en un huracán de categoría 5, con vientos de 280 km/h aproximadamente. Tras su paso, hubo una enorme destrucción material y pérdida de vidas humanas. Aunque no se tiene certeza de la cantidad de personas fallecidas, Quintana Roo contaba con alrededor de 35,000 habitantes, la mayoría concentrada en Chetumal y sus alrededores, precisamente las zonas por las cuales avanzó Janet.

Varios poblados quedaron incomunicados, sin comida, agua, medicinas ni servicios básicos. Las viviendas de construcción débil quedaron completamente destruidas y las pocas edificadas con mampostería sufrieron diferentes niveles de afectación. Según la prensa, solo el 3% de las casas que había en la ciudad permaneció de pie y todas las calles quedaron intransitables. Con relación a las actividades productivas, grandes hectáreas de selva quedaron destruidas; por ende, la mayor parte de la riqueza forestal, chiclera y cocotera sufrió importantes daños.

En los días posteriores vino la carestía de alimentos y se expandió el temor del surgimiento y propagación de epidemias. Por ello, se abrieron fosas comunes para enterrar a los fallecidos y se dio la migración temporal o definitiva de muchos chetumaleños. La mayoría de ellos evacuó hacia Mérida, Campeche, Villahermosa y Bacalar (aunque esta última localidad también sufrió perjuicios considerables), y en menor medida hacia el entonces Distrito Federal.

Tras la destrucción prácticamente total de la ciudad, se produjo un proceso de transformación en las condiciones de vida de la población. Janet marcó un antes y un después en torno a las características generales de las viviendas: se generó

un mayor interés en obras de infraestructura pública, se promovió la expansión de los asentamientos y se dio pie al fortalecimiento del comercio como base de la economía local. Ello, de la mano de diversas políticas de colonización y proyectos de desarrollo urbano.

El hada Janet y la princesa del Caribe

Como las anteriores, son múltiples las historias en torno a lo sucedido tras el paso de Janet. Algunas son recordadas a partir de las propias vivencias y otras reconstruidas desde la reproducción de relatos y cuentos hilados en torno al impacto del huracán. Aunque no se pueda comprobar la veracidad y exactitud de lo explicitado en cada uno de ellos, se trata de referentes que han otorgado explicaciones y representaciones de un hecho notable en la vida de los chetumaleños. Además, dichas narrativas han sido plasmadas en diversas expresiones materiales, como la ya mencionada reproducción del poste de madera, que forma parte del atractivo del Boulevard Bahía, principal área de esparcimiento de Chetumal.

A la par, se erigió un monumento para recordar a las víctimas, conocido como Renacimiento, al cual se le incorporaron elementos que denotan los relatos descritos. Allí, el huracán está representado como una mujer que emerge de las aguas con el cabello levantado por la fuerza del viento y la ciudad como un recién nacido que, sostenido en brazos por Janet, renace en medio de los destrozos.

Por su parte, el compositor quintanarroense Carlos Gómez Barreda escribió una canción titulada La leyenda de Chetumal, ampliamente conocida como La princesa Chetumal o El hada Janet:

Ahí donde tiene su imperio el mar del Caribe, nació la princesa más bella de Quintana Roo. Su padre fue el rey infortunio y cuenta la historia que un día destruye su reino, el hada Janet. La patria dolida lloraba tan trágico signo, mas surge increíble el coraje de un pueblo con fe. Trabajo y amor al terruño obraron milagros y así renació esplendorosa, ciudad Chetumal.

 

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