Nuestro país mantuvo relaciones con Alemania hasta el 28 de mayo de 1942, luego de que el presidente Ávila Camacho declaró el estado de guerra a las potencias del Eje y las banderas nazis dejaron de ondear en México.
El 30 de marzo de 1940, Georg Werner Nicolaus Knauer arribó al Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México, procedente de Colombia. Ingresó al país bajo el falso nombre de Carlos Enrique López Mann, mediante una visa de trabajo a favor de la compañía alemana de electrodomésticos Blaupunkt GmbH que operaba en México. El documento afirmaba que Nicolaus venía a cubrir un puesto de agente de ventas en dicha compañía.
En realidad, Georg Nicolaus –que también utilizó el alias de George Campuzino– era un teniente coronel y prominente espía al servicio de la Abwehr, organización de inteligencia militar alemana que había llegado a territorio mexicano con la instrucción de establecer aquí la célula de una red de espionaje que operara para toda América. La misión se la había confiado el almirante Wilhelm Canaris, el más alto jefe de espionaje del Führer. Para el gobierno nazi, México resultaba un punto estratégico dada su cercanía con EUA. Los germanos deseaban hacerse de información estratégica e investigar los avances tecnológicos del potencial bélico norteamericano mediante el espionaje, además de incidir o controlar el tráfico legal e ilegal hacia Alemania, en contubernio con esferas corruptas del gobierno mexicano, de algunas codiciadas materias primas, como mercurio, aluminio, tungsteno, textiles, alcohol y, principalmente, petróleo, esencial para la industria militar.
Subrepticiamente, Georg Nicolaus se dirigió al edificio de la Legación Alemana, en la calle de la Palma, en el centro de la Ciudad de México, al amparo del embajador Rüdt von Collenberg. Allí se reunió con Arthur Dietrich, agregado de prensa de la embajada, quien desde hacía algunos años había comenzado a construir una importante red de contactos en todo el territorio mexicano mediante el generoso pago de anuncios de propaganda pronazi y antisemita a buena parte de la prensa y radio mexicanas. Dietrich mantenía una oficina para tal empeño en la calle Viena, número 17, en la colonia Juárez.
Los sólidos y previos esfuerzos de Dietrich en nuestro país, el apoyo de buena parte de la comunidad de empresarios alemanes avecindados en México, así como la ayuda prestada por un sector corrupto del gobierno mexicano, facilitó la misión de Nicolaus en estas latitudes. En un tiempo relativamente corto logró concretar varias operaciones exitosas e ingresar a cientos de espías alemanes, muchos de ellos en carácter de falsos refugiados. Georg Nicolaus tejió una de las redes de espionaje nazi más extensa de América, integrada por saboteadores, propagandistas y contrabandistas. Pronto se instaló, bajo la fachada de simple turista, en un pequeño departamento de la calle Luis Moya, en el centro de la Ciudad de México.
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Los espías nazis en México ( I )