Los agentes secretos de Stalin en México (I)

Los italianos de la colonia Doctores

Ricardo Lugo Viñas

Nacido en Trieste en 1900, Vidali fue utilizado por Stalin para incidir en las acciones comunistas en países ajenos al bloque soviético, incluido México. En 2019, Giampaolo Penco realizó un documental sobre él.

 

El 19 de abril de 1939 arribó al puerto de Veracruz una mujer de aspecto anciano que se identificó como Carmen Ruiz Sánchez. Así lo decía su pasaporte español. Venía como refugiada y a coadyuvar en las tareas de encontrar asilo para los miles de refugiados republicanos españoles. Se adentró hacia el centro de Ciudad de México, sin llamar demasiado la atención, rentó y se instaló en un pequeño departamento en el número 137 de la calle Dr. Balmis, en la colonia Doctores. Al cabo de unas semanas, su esposo la alcanzó. Él llegó a México vía aérea procedente de Nueva York y se identificó en la aduana como Carlos Contreras, mediante un pasaporte canadiense.

Sus vecinos los miraban como una modesta y tranquila pareja de italianos maduros, pues se comunicaban entre sí en ese idioma. Y no estaban para nada equivocados. Ambos habían ingresado al país con pasaportes falsos. Sus verdaderos nombres eran Tina Modotti (alias de María o Carme Ruiz Sánchez) y Vittorio Vidali (que había utilizado los alias de Enea Sormenti, Comandante Carlos, José Díaz y Carlos Contreras). Ambos habían sido expulsados de nuestro país en 1930, por órdenes del presidente Pascual Ortiz Rubio, como parte de su campaña anticomunista.

Vittorio era un alto funcionario gepeuista, destacado agente del Socorro Rojo Internacional, una organización que dependía directamente de Stalin –dedicada a infiltrarse en la vida de los partidos comunistas del mundo–, y miembro del Partido Comunista Italiano y del de Estados Unidos. Además, había sido comandante del Quinto Regimiento del Ejército Popular de la República, en la Guerra Civil española, por lo que se le consideraba incluso un héroe. Modotti lo había conocido en México, en el verano de 1927, en las oficinas del Partido Comunista Mexicano (PCM). Había llegado al país gracias a una visa concedida por el embajador de México en la URSS, Ramón Denegri. Pronto invitó a Tina a unirse al Socorro Rojo. A partir de ese momento, iniciaron una relación política y sentimental que se intensificaría con el paso de los años.

La Tina Modotti de este momento no era para nada la entusiasta fotógrafa que había venido a México casi dos décadas atrás y que había capturado con su lente la vida mexicana en su profundidad y cotidianidad. Tras su expulsión de nuestro país aquel 1930, Tina viajó a Berlín y de ahí, por intermediaciones de Vittorio, se trasladó a Moscú, donde le ofrecieron empleo en el Partido Comunista Soviético. Así, se convirtió en agente del Komintern y ejecutó misiones en Polonia, Rumanía, París y Hungría. Cuando estalló la Guerra Civil, viajó a España bajo el seudónimo de María o Carmen Ruiz Sánchez y realizó labores de contraespionaje para la GPU a través del Socorro Rojo, que se decía ser una asociación humanitaria.

Pero esta vez, Tina no frecuentó a ningún antiguo amigo mexicano. B. Traven contó que por aquellos días se la encontró en una oficina de Correos, pero que ella le hizo señas de que no se acercara a saludarla. Solo le avisó de su presencia a su amigo catalán Jesús Hernández Tomás, que se encontraba también en calidad de refugiado y militaba en el PCM, y quien, por cierto, años más tarde participaría en operación orquestada desde el Kremlin para intentar sacar de la prisión de Lecumberri a Ramón Mercader.

De alguna manera, unos meses después, Tina logró que el presidente Cárdenas anulara su expulsión de 1930 y pudo instalarse de manera legal en el país. Sin embargo, siguió viviendo casi en el anonimato. Trabajó para el Boletín de la Asociación Antifascista Garibaldi, ayudaba en labores humanitarias para los niños exiliados españoles y acompañaba en las tareas políticas que le encomendaron a su pareja, Vittorio Vidali.

La orden de Stalin

Vittorio venía con la orden de organizar el asesinato de Trotsky en México, en caso de que la misión de Ramón Mercader no prosperara. Pronto se incorporó como articulista al periódico El Popular, diario sindical de izquierda fundado por la Confederación de Trabajadores de México, que era dirigida por Vicente Lombardo Toledano –quien había criticado fuertemente al gobierno de Lázaro Cárdenas por asilar a Trotsky–, y que simpatizaba con el PCM. Además, Vittorio tenía, nuevamente, el encargo de “depurar” a la militancia de esta fuerza política, así como combatir las prácticas que se alejaran de las políticas ortodoxas estalinistas; es decir, eliminar el cáncer que para ellos significaba el trotskismo.

Esta práctica censora ya la había ejercido entre 1928 y 1930. De dicha acción, dos nombres destacan: Diego Rivera y el cubano Julio Antonio Mella. Ambos pintores y destacados miembros del PCM. Se dice que durante una acalorada discusión política en las oficinas del PCM, Vittorio le dijo a Mella: “No te olvides que de la Internacional Comunista sólo se sale en dos modos: expulsado o muerto”.

Rivera fue expulsado y Mella muerto. Un comando armado lo asesinó en la calle Abraham González, casi esquina con avenida Morelos, por el centro de Ciudad de México. Iba del brazo de su entonces pareja sentimental, Tina Modotti –la fotógrafa–. Se dijo que esbirros del dictador cubano Gerardo Machado fueron los que lo asesinaron. Sin embargo, el homicidio no quedó resuelto. Se sospechó de Tina, pero sobre todo de Vidali, que ya contaba con un historial de crímenes en su haber; entre ellos, el asesinato del anarquista catalán Andreu Nin.

 

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