¿Sabían que el primer examen antidoping de la historia del deporte se realizó en los Juegos Olímpicos de México 68?

Gerardo Díaz

 

Aquí inició un largo juego entre el gato y el ratón que hasta la fecha no termina entre pruebas, resultados y manipulaciones.

 

Una fiesta con tragos y entrenar al día siguiente, la receta de no sabemos qué pastilla pero que el amigo doctor de un conocido ya dijo que es buena para entrenar o rendir más, etcétera. En el mundo del deporte aficionado o incluso entre nosotros tenemos presente alguna historia similar. En el profesional esto era similar hasta hace algunas décadas, a un grado que ahora consideraríamos escandaloso. Los deportistas que exponían su cuerpo al límite solían servirse de sustancias como el tabaco o la cerveza, por decir lo menos dañino, ante el conocimiento abierto de la comunidad que consentía en desmedida a sus figuras.

Sin embargo, el caso del inglés Thomas Simpson concienció a las diferentes asociaciones de la deslealtad e incluso del peligro del uso excesivo de narcóticos. Nacido en el Reino Unido en 1937, Tom ya era un ciclista afamado teniendo en sus haberes una medalla de bronce en la prueba de persecución por equipos en los juegos olímpicos de 1956 y una medalla de oro en el campeonato mundial de ciclismo en ruta de 1965.

Durante la décimo tercera etapa de la edición del Tour de Francia de 1967, comenzó a sentir un mareo. Parecía indicar que un sol endemoniado y la brutal cumbre eran los culpables de su malestar, así que hizo poco caso y se resignó a ser rebasado por un grupo considerable. Al poco tiempo los miembros de su equipo notaron un zigzagueo que culminó con el atleta impactando el asfalto. Temblando, sudando y prácticamente agonizando, Tom no soltó el manubrio. Se empeñó en volver a subir a su aparato. Se dice que sus últimas palabras fueron “pónganme de nuevo en la bicicleta” y unos metros después volvió a caer. Esta vez no volvería a abrir los ojos.

Las causas oficiales de su muerte fueron un paro cardiaco, consecuencia de tomar anfetaminas con brandi. A partir de este caso, los organizadores comenzaron a preocuparse seriamente por lo que consumían los atletas y sus consecuencias. El Comité Olímpico Internacional se unió a la causa y las primeras pruebas antidoping se realizaron en México, en 1968. Aquí inició un largo juego entre el gato y el ratón que hasta la fecha no termina entre pruebas, resultados y manipulaciones. Los atletas cada vez más exigidos dejaron sustancias prácticamente recreativas por unas más complejas y eficientes.