La fascinación que Steinbeck sintió por México
En la primavera del año 1940, el barco Western Flyer arriba a las costas de La Paz, en Baja California. Proveniente de San Diego (EUA), la embarcación pretende hacerse a la mar para explorar, con fines científicos, el golfo de California y recolectar especímenes marinos tal vez nunca vistos en Estados Unidos. La expedición es comandada por el biólogo marino Ed Ricketts y su amigo –a quien veintidós años más tarde se le otorgará el Premio Nobel de Literatura– John Steinbeck, que para entonces ya es un afamado escritor, autor de las novelas Las uvas de la ira y Tortilla Flat. “Hicimos un viaje al Golfo [de California], a veces lo dignificamos llamándole expedición. Una vez al Golfo se le llamó el Mar de Cortés, y ese nombre suena mejor y es más emocionante”, apunta Steinbeck.
Ed y John surcaron el mar de Cortés durante seis semanas. Lo visto, escuchado y vivido durante la expedición sirvió de base para que Steinbeck –que siempre cultivó un interés por la ciencia y por los asuntos socioeconómicos de los trabajadores– pensara y construyera su aclamada novela La perla. En ella narra la realidad precaria e injusta en la que viven los pescadores-buzos que buscan perlas. Como dijo Carlos Monsiváis, en ella habla “sobre la inutilidad de la riqueza y la universalidad de la codicia y la envidia”.
Durante su recorrido por las costas del Golfo, Steinbeck escuchó, en voz de algún lugareño, la mítica historia de aquella ocasión en la que un pescador pobre halló la “perla del mundo”, la más grande de su tipo, y cómo a pesar de la fortuna que esto significaba, el pescador jamás pudo salir de la miseria en que se encontraba debido a la corrupción, la usura y la injusticia social. La novela fue adaptada al cine por el propio Steinbeck, dirigida por Emilio el Indio Fernández, rodada en Acapulco, protagonizada por Pedro Armendáriz y María Elena Marqués, y estrenada en el Cine México en 1947. Resultó un éxito.
De la expedición por el mar de Cortés, John también rescataría material para sus obras Bitácora del mar de Cortés –apuntes de sus hallazgos marinos– y Por el mar de Cortés, novela en la que describe parte de su periplo. Steinbeck –que nació en 1902 en Salinas, California– visitó nuestro país por primera vez en 1935. Conoció Acapulco, Chalco, Monte Albán, Puebla, Tlaxcala, Cuernavaca –donde comenzó a escribir su novela El autobús perdido–, Baja California y Ciudad de México.
En una localidad cercana a Chalco, fue testigo de cómo los pobladores rechazaban tajantemente los esfuerzos de doctores por proveer medicina y tratamientos a la comunidad, pese a que morían a causa de una enfermedad bacteriológica que la curandera del pueblo era incapaz de tratar. De esta experiencia, John escribió el guion para el etnodocumental La aldea olvidada, estrenado en Nueva York en 1941. Finalmente, en 1952, Steinbeck escribió el guion para la película ¡Viva Zapata! y para ello recorrió Morelos, recolectando testimonios orales y escritos.
El gobierno mexicano no saludó la iniciativa de que fuera rodada en nuestro país, así que se filmó en Roma (Texas) y la estelarizaron Marlon Brando y Anthony Quinn. Steinbeck cultivó una fascinación por México y su último viaje a nuestro territorio fue como uno de los primeros: en 1961, un año antes de recibir el Nobel, participó como historiador del proyecto oceanográfico Mohole, a bordo del buque CUSS I que surcaba las aguas de la isla Guadalupe, frente a las costas de la península bajacaliforniana. Murió en Nueva York en 1968.
El artículo breve "La fascinación que Steinbeck sintió por México" del autor Ricardo Lugo Viñas se publicó en Relatos e Historias en México número 127. Cómprala aquí.