Pioneros de la música grabada

Antología de la música popular de Harry Smith, 1952
Ismael Villafranco

 

El nacimiento de la música grabada debe entenderse como algo que fue tomando su propia forma y generando sus propias necesidades, resueltas en su mayoría con los avances tecnológicos. A finales del siglo XIX y principios del XX, los reproductores de discos o cilindros eran fabricados por las mismas empresas que se dedicaban a ofrecer a sus usuarios las novedades sonoras, tanto locales como internacionales. Había álbumes con discos que compilaban las variedades que cada comprador elegía, dependiendo del paquete que se adquiría con dichas compañías. Los discos podían contener desde los sonidos de una granja durante el amanecer, pasando por comediantes contando sus rutinas, hasta la magistral interpretación de un tenor italiano que tenía al mundo comiendo de su mano. Esto obligaba a los productores a convertirse en auténticos cazadores de talentos que recorrían el mundo para grabar lo que consideraban digno de que la humanidad lo conociera.

 

Lo anterior significa que, en los inicios de este tipo de grabaciones, la mayoría de la música era exclusiva de regiones específicas y dependía de las influencias que llevaran consigo los migrantes, así como de la adaptación de los sonidos a partir de los materiales que se producían localmente. Con ello, por lo menos en Estados Unidos, se creó un microcosmos que con los años terminó influyéndose entre sí hasta transformar la música popular de ese país en lo que se conoce hoy, con una industria dominada por solo tres empresas sobrevivientes de esta historia, las cuales ofertan la mayoría de la música disponible con la intención de que el planeta entero la escuche.

 

Sin embargo, el mundo le debe a aquellos pioneros de la música grabada un episodio satisfactorio en la historia de la humanidad. Y es que el editor de esta antología, Harry Smith, era también el dueño de la colección de los legendarios discos de donde salieron los temas, grabados en 78 rpm en el periodo que va de 1927, cuando este formato permitió tener grabaciones con mayor fidelidad de sonido, a 1932, año en que los efectos de la depresión económica en Estados Unidos acabaron con las ventas. Harry, además, era artista visual, cineasta, místico, entre otras facetas, lo que le otorgó la sensibilidad y un notable criterio al hacer la curaduría.

 

Al poner atención a las piezas musicales de esta compilación que es también un documento histórico, se pueden descubrir antecedentes de algunos géneros musicales, desde el blues hasta el country, jazz y góspel, acariciando un poco el rock y los ritmos bailables.

 

No es casualidad que Bob Dylan apreciara tanto esta antología musical e incluso hiciera versiones propias de algunos temas. Disfrute de este álbum mientras realiza sus actividades cotidianas, las cuales la música no interrumpirá y sí en cambio generará una cierta atmósfera de nostalgia, de cuando las cosas eran totalmente distintas. Asimismo, podemos hacer el ejercicio de ponernos en los zapatos del artista, del productor o incluso en los de aquellos sorprendidos que por primera vez escuchaban estas piezas mientras imaginaban a esa gente diminuta cantar dentro de esas cajas mágicas.

 

 

La nota breve "Pioneros de la música grabada" del autor Ismael Villafranco se publicó en Relatos e Historias en México, número 122. Cómprala aquí.