A 1915 se le conoce como el año del hambre en virtud de que, por un lado, los comerciantes acaparaban los productos, y por el otro, las mercancías escaseaban hasta el límite. El papel moneda no tenía valor, habida cuenta de que la facción revolucionaria que se hacía de la capital imponía el suyo y desconocía al anterior. En tal virtud, en el remoto caso de que hubiera alguna mercancía, no había manera de comprarla, pues aunque tuvieran “costales de billetes”, el dinero no era válido.
Los restos de Abraham González fueron recuperados por el general Francisco Villa, quien le rindió homenaje y ordenó que fuesen trasladados a un panteón de Chihuahua. Actualmente están en la Rotonda de Chihuahuenses Ilustres.
A partir de 1915, con el inicio de la guerra entre las facciones revolucionarias, los zapatistas fueron duramente hostilizados por el gobierno central en poder de Venustiano Carranza. El clima de persecución dio paso a la sospecha y a la desconfianza por temor a que el ejército suriano fuera infiltrado por los enemigos. La traición acechaba y en ese mar de intrigas cayó fusilado Otilio Montaño
La construcción del relato oficial del proceso histórico más importante del siglo XX mexicano
La Revolución Mexicana contó con la participación de una gran cantidad de personajes que destacaron por sus acciones y propuestas. Si bien fue evidente la diversidad de intereses y propósitos, todos fueron considerados parte de un mismo proceso.
Emiliano Zapata encabezó el movimiento más persistente de la Revolución mexicana; fue el único que estuvo en guerra contra los gobiernos de Porfirio Díaz, Francisco León de la Barra, Francisco I. Madero, Victoriano Huerta y Venustiano Carranza. Entre 1911 y 1919 resistió el embate y la violencia de sus enemigos, quienes no solo emprendieron una guerra a sangre y fuego contra el Ejército Libertador del Sur y Centro de la República, sino también contra los pueblos y comunidades de Morelos, Guerrero y los territorios de Puebla, Tlaxcala, Estado de México, el entonces Distrito Federal y Oaxaca, donde el zapatismo tuvo fuerte influencia.
Las revoluciones en la Revolución: historias en el sur de México
Estados como Oaxaca, que aparentemente vieron de lejos la revolución, tuvieron en el gobierno de Díaz un fomento a su infraestructura, gracias a grandes obras como el Ferrocarril Transístmico, que implicó la construcción del puerto de Salina Cruz.
La Revolución y la Constitución de 1917 tuvieron tres compromisos sociales: la reforma agraria para los campesinos; derechos laborales y beneficios sociales para los trabajadores, y una educación estatal laica y gratuita para toda la población. Y también tuvieron tres enemigos mayores: los hacendados, que virtualmente desaparecieron, la Iglesia católica y Estados Unidos. El Estado creado en 1920 se definía por un liderazgo de clase media revolucionaria pero no radical, con numerosas bases populares, comenzando por los restos del villismo y el zapatismo. Atrás habían quedado los diez años de liderazgos de élite, con Madero y Carranza, y de reducidos apoyos sociales. Así fue nuestra Revolución…
El campesinado, burgués radical en la Revolución Mexicana
La ley de desamortización de los liberales de la Reforma, cuya intención era el desarrollo de la pequeña propiedad, derivó en el acaparamiento de la tierra por modernos hacendados. Por razones económicas y políticas, estos chocaban con los antiguos latifundistas, que se habían convertido en un obstáculo a la modernización y a la renovación del grupo en el poder. Así, de una familia de prósperos hacendados, surgió Madero para encender la mecha de la revolución. Sin embargo, ante la falta de respuesta para disolver la gran propiedad de la tierra, y con ello la explotación y pobreza campesinas, los zapatistas se alzaron en armas y con ello contribuyeron a barrer con los obstáculos a la expansión capitalista.
A pesar de las advertencias, Obregón continuó con una vida normal y sin fortalecer su seguridad personal. Finalmente fue asesinado en una de sus múltiples comidas al recibir el impacto de varios tiros disparados por José de León Toral, quien antes lo estaba dibujando e incluso le mostró la caricatura que había hecho de él.