Los altos vuelos de la aviación militar

Más de cien años de historia
Rodrigo Nava Amezcua

A principios del siglo XX, en el mundo comenzó a desarrollarse la aviación motorizada. En México, la conquista del aire coincidió con el estallido de la Revolución. Luego vinieron distintas rebeliones contra el gobierno, en las que las fuerzas aéreas resultaron vitales. Más tarde, el país respondió a las agresiones nazis y se dispuso a ir al frente de combate en la Segunda Guerra Mundial. Por lo tanto, esa industria y la formación de pilotos se dio principalmente en el ámbito militar. Y fueron los soldados del aire quienes impulsaron el correo, la aviación comercial, los transportes, las escuelas de pilotos y los talleres nacionales de aeronáutica. Así, la historia de la aviación en México quedó indisolublemente ligada al nacimiento de la Fuerza Aérea Mexicana.

 

La Fuerza Aérea Mexicana (FAM) cumplió en 2015 cien años de vida. Es una institución de carácter permanente y diferente al Ejército; administrativamente ambas dependen de la Secretaría de la Defensa Nacional y junto con la Marina-Armada de México constituyen las tres fuerzas de nuestro país, para desempeñarse en sus ámbitos de acción: aire, tierra y mar.

No podemos hablar de la historia de la FAM sin mencionar los orígenes de la aviación en México. En 1910 Alberto Braniff realizó el primer vuelo motorizado en Latinoamérica, seguido por entusiastas de la aviación como Miguel Lebrija. En febrero de 1911 la empresa Moisant International Aviators realizó una gira en México, a fin de comercializar sus aviones. Entonces se hicieron demostraciones enfocadas a exponer la eficacia de los medios aéreos en campañas militares.

Tras el triunfo de la revolución y en la segunda gira de la Moisant en México, en noviembre de 1911 Francisco I. Madero fue invitado a participar en un vuelo de exhibición a bordo de un Deperdussin de dos plazas, convirtiéndose en el primer presidente en volar en un aeroplano. El mandatario quedó impresionado, por lo que autorizó la compra de cinco aviones y decidió enviar a cinco mexicanos a Nueva York, a estudiar en la Moisant Aviation School.

 

En la Revolución

 

Después del asesinato del presidente Madero, en febrero de 1913, la nación sufrió una nueva revolución, ahora de las fuerzas constitucionalistas lideradas por Venustiano Carranza contra el gobierno del general Victoriano Huerta, por lo que el destino de la aviación tomó un nuevo camino. Sobre los cinco mexicanos que habían estudiado aviación, no encontraron un país estable a su regreso. De ellos, los sobrinos de Venustiano Carranza, Gustavo y Alberto Salinas, se unieron a las fuerzas constitucionalistas, y Horacio Ruiz Gabiño formó parte de las federales.

Huerta, consciente de la importancia de esta nueva tecnología, en abril de 1913 reunió en los llanos de Balbuena a Miguel Lebrija, Ruiz Gabiño, Juan Guillermo Villasana y Antonio Sánchez Saldaña, con el fin de llevar a cabo unas pruebas aéreas y conformar la primera Escuadrilla Aérea de la Milicia Auxiliar del Ejército Federal, la cual nunca entró en combate. Asimismo, mandó a estudiar aviación a Francia a 31 alumnos de la Escuela Militar de Aspirantes. Con el tiempo, algunos de ellos serían pioneros de la aviación civil en México.

Por su parte, las fuerzas revolucionarias formaron la Flotilla Aérea del Ejército Constitucionalista, que en primera instancia contó con un biplano Martin Pusher, con capacidad para transportar a dos personas. Bautizada como Sonora, la nave realizó numerosos vuelos de reconocimiento y lanzamiento de propaganda, así como un bombardeo aéreo el 14 de abril de 1914, el cual es considerado por muchos como el primero en el mundo. Ese día, el Sonora era piloteado por el capitán Gustavo Salinas Camiña al bombardear al buque Guerrero, perteneciente a las fuerzas federales, en el puerto sinaloense de Topolobampo, cuando éste atacaba al buque Tampico, en cuyo interior se encontraba Álvaro Obregón.

Otras naciones también se acreditan el primer bombardeo aeronaval de la historia, y si bien es cierto que Francia ya había hecho pruebas con estas armas, sólo fueron de adiestramiento y no representaban un conflicto real. Cabe aclarar que el ataque del Sonora no logró acertar en el blanco; sin embargo, las explosiones que se produjeron cerca del buque sí lograron persuadir a su tripulación de no continuar con su ataque e iniciar la retirada. Sin lugar a dudas, este hecho le salvó la vida a Obregón y le permitió continuar al frente del Ejército del Noroeste en su avance hacia Culiacán y Jalisco, al mismo tiempo que la División del Norte y el Ejército del Noreste avanzaban hacia la capital del país. Obregón ocupó la Ciudad de México el 13 de agosto de 1914, y con la firma de los Tratados de Teoloyucan (en el Estado de México) se puso fin al gobierno de Huerta e iniciaba el desmantelamiento del ejército federal.

 

Esta publicación es un fragmento del artículo “Los altos vuelos de la aviación militar” del autor Rodrigo Nava Amezcua y se publicó íntegramente en la edición de Relatos e Historias en México, núm. 91