Para febrero de 1913, el régimen maderista ya estaba condenado. Casi no contaba con apoyos y, en diez días, oficiales del ejército le dieron el tiro de gracia. Huerta, Blanquet, Mondragón, Félix Díaz y García Peña, viejos camaradas de colegio militar, fingieron que sus tropas peleaban entre sí, pero sus cañonazos le costaron la vida a cientos de civiles.
El golpe no fue solamente de Huerta, sino del ejército ante una sociedad que vio con indiferencia el destino del mártir. Al armar su gobierno con reyistas y liberales, Huerta excluyó a los Científicos del régimen porfirista. Abrumado por la rebelión de Carranza, trató de resolver todo por la violencia y, con el asesinato de sus críticos, tampoco fue capaz de entenderse con el presidente Woodrow Wilson.
Renunció el 15 de julio de 1914, y desde Europa intentó una alianza con Alemania. Viajó a Estados Unidos y al llegar a la frontera fue detenido y enjuiciado por el propio Wilson. Murió misteriosamente en un hospital de Fort Bliss, Texas, en 1916.
Recomendamos la lectura del núm. 92, Victoriano Huerta, con un magnífico ensayo del doctor Pedro Siller Vázquez (qepd).
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Victoriano Huerta murió el 13 de enero de 1916