Victoriano Huerta

Apuntes para una biografía

Pedro Siller

Huerta es aún un desconocido. Su nombre evoca inmediatamente el sinónimo de la traición, de la maldad. Encarna la necesidad que se tiene de un verdugo para que exista un mártir. Lo que se conoce de él pertenece más bien a la denostación de un personaje, al abuso del adjetivo. Pero para la Historia, así, con mayúscula, permanece en la oscuridad...

 

Años después de conocerlo, la señora O ́Shaughnessy (esposa de un diplomático norteamericano) lo describía como un indio que era el culpable perfecto: “se decía que era hijo ilegítimo, no tenía dinero, era capaz de sacrificar a sus amigos si el motivo lo requería, muchos veían cómo de sus manos goteaba sangre”. [1] Por su parte, el historiador Katz escribió sobre él:

Sería erróneo, sin embargo, ver en Huerta a un borracho incompetente o ineficaz. Bajo una apariencia exterior generalmente alcoholizada se ocultaba un político sumamente astuto y hábil. La prueba de ello es que, a pesar de la creciente actividad revolucionaria, de las presiones cada vez mayores de parte de los Estados Unidos, y de las divisiones entre sus adeptos, Huerta logró mantenerse en el poder durante diecisiete meses... y salir vivo de México. [2]

Breve búsqueda del personaje



En Colotlán, Jalisco, existe un acta de bautismo a nombre de José Victoriano Huerta Márquez fechada el 23 de diciembre de 1850. Suponemos que es nuestro personaje, pues no existe otra semejante. Para entonces era un poblado de entre mil y dos mil habitantes. [3] Sus biógrafos afirman que a los diecinueve años conoció al general jalisciense Donato Guerra (1834-1876), quien una vez terminada la guerra contra la intervención francesa, pasaba por ese lugar y necesitó de un secretario para contestar alguna correspondencia. Fue entonces que conoció a Huerta y lo empleó durante algún tiempo.

En ese momento, Guerra era un personaje popular junto con otro joven paisano suyo: Bernardo Reyes. Ambos estaban a las órdenes de Ramón Corona, jefe juarista del Ejército de Occidente. Así, Huerta parecía tener ante sí un futuro prometedor. Al poco tiempo Guerra se sublevó contra Benito Juárez a favor de Porfirio Díaz, y ante el fracaso de los levantiscos se sumó a la amnistía proclamada por Lerdo de Tejada después de la muerte de don Benito en julio de 1872. En 1876, de nuevo, se sumó a la rebelión porfirista, ahora la de Tuxtepec, y combatió nuevamente en Chihuahua; sin embargo, convaleciente de una disentería, murió a manos de la soldadesca el 19 de septiembre de 1876. De su muerte, muchos culparon entonces al juarista Luis Terrazas.

Victoriano Huerta, por alguna razón desconocida, no siguió a Guerra en su levantamiento contra Juárez, y más bien aquél lo dejó al garete, lo que fue para él una amarga decepción. El 13 de noviembre de 1871, el joven de veintiún años le escribió al presidente Juárez:

Con el objeto de manifestarle a usted el deseo vehemente que he tenido desde mi infancia de tomar la carrera de las armas y suplicarle que me admita como su hijo, para entrar por su conducto al instituto militar. La sola voluntad de usted, ciudadano Presidente, constituye tal vez mi único porvenir; soy hijo del pueblo, no tengo influencia, usted es el único apoyo que tengo en mi empresa. [4]

Al pie de esta carta aparece una nota de Juárez: “Que ya lo recomiendo al Ministro de la Guerra a quien debe ocurrir”. 

La institución militar había sido reabierta en 1869, y para 1872 los contemporáneos de Huerta como Ángel García Peña (nacido en 1857), Joaquín Beltrán Castañares (1858) y Manuel Mondragón (1859), eran más jóvenes que él y provenían de familias relativamente acomodadas.

Al final del curso en 1877, Huerta se graduó con honores por su primer lugar, lo que era un mérito de alguien venido de un oscuro pueblo de provincia y no de los mejores colegios de la Ciudad de México. Como es de suponerse, el “viejo” Huerta, sin familiares ni padrinos en la capital, le hacía bullying –como se diría hoy– a los jovencitos de buena familia y a su vez él era apodado “el Indio”. 

 

Esta publicación es un fragmento del artículo “Huerta en la defensa del gobierno de Porfirio Díaz” del autor Pedro Siller y se publicó íntegramente en la edición de Relatos e Historias en México, núm. 92 

 

[1] Edith O'Shaughnessy, Intimate pages of Mexican history, New York, George H. Doran Company, 1920, p. 200. Disponible en: http://goo.gl/a8e2ED (consulta: 8/mar/2016).

[2] Friedrich Katz, La guerra secreta en México, México, Era, 1981, p. 100.

[3] George J. Rausch, "The early career of Victoriano Huerta", The Americas, vol. 21, núm. 2, oct/1964, p. 136-145. La fecha de nacimiento aparece aquí como 23 de diciembre de 1854, al igual que en muchos otros textos; así que, al parecer, Huerta mintió sobre su edad al entrar al Colegio.

[4] Jorge L. Tamayo (selección y notas), Benito Juárez. Documentos, discursos y correspondencia, vol. 15, México, Libros de México, 1975, p. 112-113.