Victor Serge, un revolucionario ruso en México

Primera parte

Ricardo Lugo Viñas

En 1917, tras llegar a Barcelona y unirse al anarcosindicalismo español, Serge empezó a colaborar en el periódico Tierra y Libertad, una frase que también había sido adoptada por el magonismo en México y se ha vinculado con el movimiento zapatista durante la Revolución.

 

Entre el terrorismo y la resistencia

París, diciembre de 1911. A bordo de un automóvil marca Delaunay–Belleville, los jóvenes Jules Joseph Bonnot, Octave Garnier y Raymond Callemin están a punto de cometer el que es considerado el primer atraco en auto de la historia. Bonnot es chofer y mecánico (algunos de sus biógrafos afirman que fue chafirete del mismísimo Arthur Conan Doyle, el creador de Sherlock Holmes), Garnier es un rebelde panadero con un notable historial de atracos a cuestas y Callemin es escritor, ladrón de autos y amigo de la infancia de Victor Serge; todos son muy jóvenes y se autodenominan anarquistas.

Así pues, a las nueve de la mañana del día 21, la que posteriormente será llamada “Banda Bonnot”, por su carismático líder, robará a punta de pistola y con lujo de violencia la sede del banco de la Société Générale, en el corazón de París. Aquel será el primero de muchos atracos que incluirán armerías, bancos, autos, notarías y casas de ricos parisinos y belgas, todo dentro de la lógica del movimiento ilegalista, una corriente del anarquismo individualista que considera la opción de la “acción directa”: combatir radicalmente el capitalismo y la burguesía mediante el terror, el robo y el atraco como un acto de justicia social y satisfacción personal.

Las tropelías de la pandilla anarquista de Bonnot, que cobró varias vidas en innumerables tiroteos, pusieron en jaque a la policía y la sociedad parisina del momento, hasta su caída entre febrero y abril de 1912. Bonnot fue ultimado en el operativo mediante el cual se le intentó capturar. Los demás miembros de la banda pretendieron escapar. Callemin buscó refugio en casa de su amigo Victor. Sin embargo, días después los capturaron a ambos y los sometieron a juicio.

Serge y su pareja, Rirette Maitrejean, eran anarquistas declarados. En un primer momento, las autoridades parisinas intentaron acusarlos de ser los líderes intelectuales de la Banda Bonnot. Ambos se defendieron en tribunales y buscaron hacer entender al jurado que, aunque conocían a Bonnot y sus secuaces, no habían participado en los robos ni compartían sus métodos, además de explicar que existían distintos tipos y formas de anarquismo. La defensa funcionó en parte: solo los condenaron a cuatro años de cárcel.

“Un exiliado político de nacimiento”

Victor Serge nació extranjero, “por azar en Bruselas”, en diciembre de 1890, bajo el nombre de Victor Lvovich Kibálchich. Su familia, revolucionaria e intelectual, sembró en él principios de justicia social que pronto lo llevaron a cuestionar su mundo. En la modesta barriada belga donde vivía, conoció la miseria, la injusticia y la violencia del capitalismo rampante y cruento: los oficios exigían jornadas inhumanas y los salarios apenas alcanzaban para llevar algo a la boca de las familias.

Sus padres no eran la excepción: trabajaban sin parar para sostener a la familia. Así, Serge prácticamente se crio en las calles. Le gustaba andar por los tejados de las casas en compañía de sus amigos del barrio. Pronto supo que no quería estudiar: “estudiaré sin hacer estudios”; halló en la poesía y literatura un bálsamo para la esperanza y el pensamiento. Leyó a Émile Zola y Alejandro Dumas. Sus lecturas las compartía con sus amigos Raymond Callemin, Jean de Boë y Édouard Carou, quienes años más tarde se radicalizarán e incorporarán a la banda de Bonnot.

El pensamiento del teórico anarquista ruso Piotr Kropotkin, en boga durante la juventud de Serge, será fundamental en su formación. Así lo narrará en sus Memorias de mundos desaparecidos: “Un folleto de Kropotkin […] me habló en un lenguaje de una claridad inaudita. […] su tesis sigue estando presente en mi espíritu. ‘¿Qué queréis llegar a ser? —pregunta el anarquista a los jóvenes que hacen estudio—. ¿Abogados, para invocar la ley de los ricos que es inicua por definición? ¿Médicos, para cuidar a los ricos y aconsejar la buena alimentación, el buen aire, el reposo a los tuberculosos de los barrios pobres? […] Mirad pues a vuestro derredor e interrogad después a vuestra conciencia. ¿No comprendéis que vuestro deber es bien diferente, que consiste en poneros del lado de los explotados y en trabajar por la destrucción de un régimen inaceptable?’”.

Muy joven se incorporó al Grupo Revolucionario de Bruselas. Más tarde se trasladó a París, centro neurálgico del anarquismo, donde ejerció diversos oficios, como el de fotógrafo. Pronto se convirtió en editor del periódico L’Anarchie, una de las más notables voces del anarquismo individualista. En aquella época leyó a borbotones, sobre todo a pensadores como George Sorel o Piotr Lavrov.

En 1917 fue excarcelado por el caso Bonnot y se dirigió a España, donde simpatizó con el anarcosindicalismo. Ahí adoptó el nombre de Victor Serge y empezó a colaborar en el periódico anarquista Tierra y Libertad. Mientras tanto, en México –destino que lo aguarda–, tal frase había sido adaptada como un lema de lucha por el magonismo, también anarquista, en medio de la Revolución. (Continuará…)

 

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Victor Serge