La temporada de Fórmula 1 de 1990 registró un enfrentamiento épico el 24 de junio en la Ciudad de México. Por el carisma y la afinidad latinoamericana, el favorito era, sin duda, el brasileño Ayrton Senna, de la escudería McLaren-Honda. Él se midió con el campeón vigente, el francés Alain Prost, de la histórica y deslumbrante Ferrari. Compañeros de equipo en McLaren apenas un año antes, ambos tuvieron una serie de desencuentros que los llevó a colisionar y acusarse entre sí de egoísmo e irresponsabilidad. Incluso se especuló que el pase de Prost a Ferrari fue condicionado con una cláusula que impedía que Senna fuera su compañero de equipo en el futuro.

Las variopintas declaraciones y sus espectaculares duelos generaron una división entre los aficionados. Muchos dieron la razón a un Senna arriesgado y extravagante, mientras que el concienzudo Prost incluso fue acusado de aburrido y de robarle puntos al brasileño debido a sus contactos con los grandes jerarcas del automovilismo de aquella época. Nada más fuera de la realidad.

Campeón en 1985, 1986 y 1989 (posteriormente en 1993), Prost fue uno de los ejecutores más técnicos de la Fórmula 1, no sólo por la forma casi automatizada de manejar la aceleración y las curvas, sino por el control técnico que tuvo en cada uno de sus coches, desde el aire en los neumáticos hasta la última gota de combustible.

A pesar de ello, la temporada de 1990 fue sumamente difícil. El Gran Premio de México no parecía ser distinto, pues comenzó la carrera desde el puesto número 13. Muy lejos de los puntos necesarios para seguir compitiendo con Senna por el campeonato. Además, doblemente desmoralizado al observar que en las primeras vueltas su rival se coló al primer lugar. Sin embargo, ahí comenzó una de las lecciones magistrales de Prost.

Con cambio de neumáticos y asentamiento en la pista, el Ferrari comenzó a superar autos de una forma sumamente limpia. “Aquí hice la mejor carrera de mi vida”, indicó años después. Tan buena que en poco tiempo pasó a la posición 2 y empezó a acosar a Senna, quien nunca supo adaptarse al asfalto del Autódromo Hermanos Rodríguez.

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