El gobierno imperial, atrapado entre los ataques de los insurrectos y los bombardeos occidentales, no pudo reaccionar militarmente y fue obligado a firmar los tratados de Tientsin en 1858 y Beijing en 1860.
Con la debilidad de la decadente monarquía imperial china, otras potencias como Francia, Estados Unidos y Rusia pretendían establecer acuerdos de libre comercio similares a los que tenía Reino Unido con el país asiático, donde a la vez estallaba una guerra civil: la Revuelta de Taiping.
El nuevo comisario chino en Cantón requisó en 1856 una nave inglesa, lo que provocó nuevos bombardeos británicos sobre la ciudad, apoyados por fuerzas navales de Napoleón III. El gobierno imperial, atrapado entre los ataques de los insurrectos y los bombardeos occidentales, no pudo reaccionar militarmente y fue obligado a firmar los tratados de Tientsin en 1858 y Beijing en 1860. China tuvo que pagar una indemnización de guerra más alta que en la Primera Guerra del Opio, así como abolir las prohibiciones al comercio de esta sustancia. También tuvo que abrir otros puertos a la libre circulación en su territorio de comerciantes y misioneros extranjeros. Por su parte, las potencias occidentales obtuvieron exenciones aduaneras y de libre acceso de sus flotas a la red fluvial de toda China.
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Javier Torres Medina. Doctor en Historia por El Colegio de México. Profesor de Historia de México del siglo XIX en la FES Acatlán-UNAM. Sus investigaciones se han enfocado a la historia económica, específicamente en temas de historia fiscal y monetaria. Entre otras obras, ha publicado Centralismo y reorganización. La hacienda pública y la administración durante la primera república central de México, 1835-1842, y La consumación de la independencia en Querétaro. “El abrazo de San Juan del Río”, 1820-1821.
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