¿Quién fue el ferrocarrilero que propuso el artículo 123 para la Constitución de 1917?

Héctor Victoria

Rosa Albina Garavito Elías

El diputado yucateco Héctor Victoria subió a la tribuna del Congreso constituyente para dar un discurso basado en su experiencia laboral, demostrando a los legisladores que tenían en sus manos la oportunidad de realizar un cambio absoluto en beneficio de los trabajadores. Victoria logró convencer a Pastor Rouaix, uno de los hombres más allegados a Carranza, sobre la necesaria legislación laboral.

 

Aquella mañana del 26 de diciembre de 1916, el diputado Héctor Victoria pidió la palabra por primera vez. Se estaba desarrollando la vigésima tercera reunión del Congreso Constituyente en el Teatro Iturbide de Querétaro. Había transcurrido casi un mes desde que el 1 de diciembre de ese año, el Jefe Supremo, Venustiano Carranza, presentara su Proyecto de Constitución Reformada. En dicho proyecto, “los problemas del trabajo” estaban contenidos en los cinco párrafos correspondientes al artículo 5 y no iban más allá de especificar la libertad para este contenida en el mismo artículo de la Constitución de 1857.

Incluso, en el proyecto de Carranza dicha libertad se restringía al hacer obligatorio el trabajo en el caso de los servicios públicos “en los términos que establezcan las leyes respectivas, el de las ramas, los de jurado, y los cargos de elección popular, y obligatorias y gratuitas las funciones electorales”. El proyecto de dictamen había quedado en manos de la primera comisión constitucional encabezada por Francisco J. Múgica. Durante días, el diputado Victoria había seguido las intervenciones de sus colegas constituyentes sobre los derechos laborales y había participado en las consultas de la Comisión para elaborar el dictamen en la materia.

La reticencia a trascender el artículo 5° se presentaba, a pesar de que en las adiciones al Plan de Guadalupe introducidas por Venustiano Carranza el 12 de diciembre de 1914, el artículo 2° establecía que: “ El primer jefe de la revolución encargado del poder ejecutivo expedirá y pondrá en vigor, durante la lucha, todas las leyes, disposiciones y medidas encaminadas a dar satisfacción a las necesidades económicas, sociales y políticas del país […] legislación para mejorar la condición del peón rural; del obrero; del minero, y, en general, de las clases prioritarias”. Y a pesar también de que dichas leyes se habían expedido en algunos estados.

Por ejemplo, y solo para citar dos casos, en Yucatán con Salvador Alvarado y en Veracruz con Cándido Aguilar; ambos gobernadores carrancistas. No obstante, la mayoría insistía en que no era necesario redactar un nuevo artículo para plasmar esos derechos en la que sería la Constitución de 1917, puesto que se trataba de una garantía individual. Y aun reconociendo la necesidad de legislar ampliamente en materia de trabajo, como en la práctica ya habían hecho los gobernadores carrancistas, su pretensión era dejar a las leyes reglamentarias que aprobara el Congreso la puntualización de los derechos laborales, pues les parecía impropio de la técnica parlamentaria que estas quedaran plasmadas en la Constitución. Pero al diputado Victoria y a sus homólogos obreristas como Heriberto Jara, esos argumentos no los convencían.

Ya no eran los tiempos de la Reforma, cuando los liberales se batían en contra de los fueros coloniales para empezar a construir un país de ciudadanos libres e iguales. Ahora, después de la pax porfiriana, se hacía evidente que la peor injusticia era tratar como iguales a los desiguales. No en balde, siete años antes había estallado la Revolución mexicana, la primera revolución social del siglo XX. Tampoco sería casual que de ese Congreso constituyente resultara la primera carta magna que reconocía los derechos sociales de los trabajadores del campo y de la ciudad. El pacto social que sentaría las bases del robusto y vigoroso Estado mexicano del siglo XX. Era eso lo que estaba en juego en aquella discusión: pasar de una constitución liberal a una social.

EL DIPUTADO CON CREDENCIAL OBRERA

Quizá en aquel momento el diputado Victoria no percibía la magnitud del cambio histórico que se procesaba en esa discusión. De lo que sí sabía, era de su experiencia como trabajador en los talleres de los Ferrocarriles Unidos de Yucatán, así como de la bárbara explotación en la agroindustria del henequén. Conkal, su lugar de nacimiento, era un importante centro henequenero de la entidad yucateca.

Héctor Victoria venía de ese estado donde los capitalistas –como los sureños de Estados Unidos– habían utilizado la esclavitud como la forma más conveniente para engrosar sus ganancias y aprovechar el mercado internacional, ávido de fibras naturales como el algodón y el henequén.

Venía también de la experiencia de ser un destacado colaborador en el gobierno de Salvador Alvarado (1915-1917), cuya gestión pasaría a la historia por sus iniciativas sociales conocidas como las Cinco Hermanas; entre ellas, la relativa al trabajo. Además, junto con Alvarado y Felipe Carrillo Puerto, el diputado Victoria era fundador del Partido Obrero Socialista (1916). Fue primer regidor en el ayuntamiento de Mérida y diputado al Congreso de Yucatán. Al Congreso constituyente llegó como representante del distrito de Izamal.

De esa intensa experiencia de lucha venía el joven Héctor Victoria Aguilar, quien a la sazón tenía treinta años de edad. Con orgullo se consideraba un diputado plebeyo. Por eso aquel día inició su intervención diciendo: “Señores diputados: cuando un obrero viene a la tribuna, cuando viene por primera vez ante un público tan consciente, es necesario declarar que, por efecto de la educación que ha recibido, tenga necesariamente errores en el lenguaje, pero esa falta de erudición se suple cuando su actuación en la vida patentiza su honradez. He creído necesario hacer esta aclaración, porque no quiero que mañana o más tarde, los académicos trasnochados, los liróforos con lengua de esparadrapo, vengan a decir aquí: A la peroración del representante de Yucatán, o le faltó una coma, o le sobró un punto o una interrogación”.

Quizá pudo haber sido otro diputado constituyente quien diese la pauta para dar un giro a los trabajos sobre la cuestión obrera en el entonces Teatro Iturbide, pero quien lo hizo fue precisamente el diputado Victoria. Y todo porque traía “credencial obrera”, como declaró en tribuna. Hizo sus estudios primarios en su natal Conkal y muy joven se trasladó a la capital del estado a estudiar en el Instituto Literario de Mérida, empresa que debió abandonar por el fallecimiento de sus padres y las consecuentes carencias económicas de su familia.

Fue así que se convirtió en obrero en los talleres de los Ferrocarriles Unidos de Yucatán. Un accidente de trabajo le provocó la pérdida de un ojo, y esa circunstancia lo incapacitó para continuar en sus labores, pero también le posibilitó las condiciones necesarias para formar la Unión de Trabajadores de los Ferrocarriles de Yucatán. En 1911, como dirigente de ese sindicato, organizó y dirigió la primera huelga. Por su activismo sindical, en varias ocasiones sufrió encarcelamiento.

 

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Rosa Albina Garavito Elías. Economista por la UANL y maestra en Sociología por la FLACSO de Santiago de Chile. Profesora investigadora del Departamento de Economía de la UAM-A. Es directora fundadora de la revista El Cotidiano de la misma institución. Ha publicado numerosos ensayos de economía y es autora de Los espejos del cambio. 2000-2002, y Salarios y empleo en el pacto social del siglo XXI, entre otros libros.

 

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