El histórico líder revolucionario cubano José Martí coincidió con Catarino Garza en Costa Rica y lo invitó a incorporarse a la rebelión isleña que buscaba independizarse de España.
Tras cinco extenuantes días de jornadas marítimas, el barco noruego Albert Dumois atracó en el puerto costarricense de Limón el martes 5 de junio de 1894 procedente de la ciudad de Nueva York, encontrándose entre sus pasajeros el conocido literato, periodista y político cubano José Martí, quien volvía a Costa Rica después de una primera estancia en 1893.
Sin embargo, el regreso de Martí no era fortuito, pues, como delegado del Partido Revolucionario Cubano fundado por él en 1892, venía a reunirse con varios líderes militares de esa isla, quienes se encontraban refugiados en Costa Rica, ya que se iba a intentar, por tercera vez, la independencia de su patria respecto de España. La lucha anterior se había iniciado en 1868 con el nombre de Guerra de los diez años, mientras que su segunda parte se desarrolló, entre 1879 y 1880, bajo el apelativo de la Guerra chiquita, siendo Martí capturado y deportado a territorio español en ambas ocasiones, logrando luego huir de ese país.
Así, después de arribar por tren a San José, la capital costarricense, Martí pudo reunirse con sus compatriotas. Pero para su sorpresa, en uno de esos mítines se reencontró con un peculiar personaje mexicano que había conocido en 1893 en la localidad estadounidense de Cayo Hueso, Florida, y quien también se hallaba exiliado en Costa Rica: Catarino Garza Rodríguez.
Primeras actividades
Catarino Erasmo Garza Rodríguez nació en la ciudad de Matamoros (actual Tamaulipas) el 24 de noviembre de 1859, aconteciendo su infancia y juventud en ese mismo sitio, donde trabajó como tipógrafo, hasta que, tras cumplir dieciocho años, viajó en 1877 a Estados Unidos, radicándose en la localidad de Texas. Ese mismo año, ingresó a laborar a una casa comercial, lo cual determinó su posterior destino, pues conoció de cerca las violentas y abusivas circunstancias laborales que debían afrontar múltiples inmigrantes mexicanos que trabajaban en EUA.
Fue entonces cuando, con el fin de revertir dicha situación, Garza comenzó a organizar varios grupos de carácter mutualista; tal fue el caso de la Sociedad Juárez y el periódico El Bien Público (ambos en 1879), la Sociedad Hidalgo (1880) y la Sociedad Unión Mexicana (1884). Además, ingresó a la masonería y laboró como vendedor de máquinas de coser de la empresa Singer (1882-1883).
Ya para 1885, el presidente Porfirio Díaz lo nombró cónsul de México en la ciudad de San Louis Missouri. No obstante, la fuerte represión política ejercida por el gobierno de Díaz hizo que Garza renunciase a dicho cargo en 1886 y se convirtiese en su decidido opositor, fundando para ello en Texas los periódicos El Comercio Mexicano (1886) y El Libre Pensador (1887), además del Club Político Mutualista México-Texano (1887), lo que le ocasionó severas consecuencias.
Además de su lucha contra el Porfiriato, Garza continuó denunciando los abusos contra sus compatriotas en Estados Unidos, por lo que fue arrestado, confiscado su patrimonio y condenado a treinta días de prisión por supuestas calumnias y difamaciones contra varias autoridades políticas.
El camino de la guerra
En 1888 Catarino Garza reanudó sus acciones denunciatorias, siendo esta vez herido a balazos, lo que originó una pequeña rebelión de mexicanos contra autoridades texanas en la ciudad de Río Grande. Al año siguiente y con el fin de escribir sus idearios, publicó el libro La lógica de los hechos, o sean observaciones sobre las circunstancias de los mexicanos en Texas desde el año 1877 hasta 1889, iniciando en paralelo los preparativos logísticos para incursionar bélicamente contra el Porfiriato.
En ese sentido, Garza coordinó la compra de armas, convocó a grupos de seguidores, ideó planes de ataque y redactó dos escritos titulados Plan revolucionario y Proclama, 1 asumiendo luego el rango de jefe constitucional del Norte y nombrando a su partidario Francisco Ruiz S. como general de División, siendo el 15 de septiembre de 1891 cuando incursionó en suelo mexicanoa través de la oficina aduanal de Tamaulipas.
Sin embargo, tras asaltar el cercano rancho La Azúcar, la pequeña tropa de Garza fue repelida, por lo que volvieron a Texas, ingresando de nuevo a México en noviembre y diciembre de 1891, así como en abril de 1892, momento en que su revuelta se encontró ya muy disminuida, pues el gobierno de Estados Unidos había ordenado también que un batallón de su ejército lo persiguiese. Así, Garza huyó a través de varios poblados, cuyos habitantes le dieron protección y refugio, lo que impidió su detención. Pero, comprendiendo la derrota que había sufrido, suspendió su lucha y decidió autoexiliarse a finales de 1892.
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Catarino Garza