Muerte de José Revueltas

Luis Arturo Salmerón y Pedro Agustín Salmerón

José Revueltas Sánchez fue escritor y militante político; desde muy joven empezó una apasionada carrera por redimir al hombre y a la sociedad mexicana, sin importar que la brega se tradujera para él en cárceles, persecución, sufrimiento, fracaso y ruina. 

 

Nacido en Durango y huérfano de padre desde niño, Revueltas se afilió formalmente al Partido Comunista desde que tenía 15 años, siguiendo a su hermano Fermín, el reconocido pintor. Poco después fue encarcelado por razones políticas, por vez primera.

Convencido de que el comunismo abriría las puertas del reino de la libertad humana, el joven Revuletas fue un infatigable organizador de campesinos y obreros, mientras estudiaba por su propia cuenta historia, filosofía, literatura y teoría política. En los años treinta tomó parte activa en las intensas movilizaciones populares que apuntalaron las políticas nacionalistas, agraristas y obreristas del presidente Cárdenas, y fue convirtiéndose en un protagonista eficaz y en escritor político imprescindible.

En 1941 publicó su primera gran novela, Los muros de agua, que relatan su experiencia como preso político en las Islas Marías, mientras la política mexicana daba un vuelco a la derecha y se consolidaba el sistema de partido de Estado bajo la aparente anodina presidencia de Manuel Ávila Camacho. Entonces, los comunistas mexicanos rompieron con el régimen para mantenerse durante varias décadas en la oposición intransigente, siendo reducidos muchas veces a la clandestinidad. Revueltas siguió siendo durante todos esos años un comunista convencido, aunque haya iniciado su propio camino criticando con ánimo constructivo el autoritarismo y otros vicios del comunismo,  lo que en los años cincuenta lo convirtió en un crítico autorizado y respetado de los crímenes del estalinismo en la Unión Soviética, siendo capaz de deslindar el ideal comunista de aquellos hechos. Sin embargo, su sentido crítico le trajo varias expulsiones de su partido. Lo echaron más de una vez, pero él siempre regresó y solía decir que fuera del partido era aún más comunista que dentro, trabajando siempre en la difusión del comunismo y en la organización y educación de los trabajadores.

Al mismo tiempo, entre la política partidista y la persecución del régimen, que lo llevó varias veces más a la cárcel, Revueltas seguía escribiendo infatigablemente, tanto en los periódicos del partido como en diversos medios nacionales; también publicó novelas que, como El luto humano y Los días terrenales, recibieron varios premios y fueron y siguen siendo muy leídas ; en tanto que otras, sobre todo la obra de teatro El cuadrante de la soledad, fueron condenadas por los sucesivos gobiernos y por sus propios camaradas.

En 1968 respaldó decididamente al movimiento estudiantil y fue acusado por el gobierno de ser su ideólogo, lo que Revueltas desmintió diciendo que no estaba atrás sino a lado de los estudiantes. Negó ser el ideólogo, pero no su participación en el movimiento, lo que lo llevó una vez más a la cárcel, junto con otros estudiantes y profesores.

En 1971 salió de la cárcel agobiado por la soledad y la sensación de derrota y pocos años después, el 14 de abril de 1976, murió a los 62 años de edad.

 

 

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