La desconocida historia de la cuchara

Monserrat Ugalde Bravo

¿Alguna vez ha pensado cuál es el origen de la cuchara? ¿Quién la inventó? ¿Ha visto todos los pequeños detalles que algunas tienen? ¿De qué nos hablan? He aquí unas cucharaditas de su historia.

 

 

El nacimiento

 

La mano, perfecta y de gran belleza anatómica, fue uno de los primeros modelos que utilizó el hombre para crear sus cucharas. Sin embargo, desde tiempos remotos, la tradición oral rescata el origen de estos utensilios cotidianos a partir de tres versiones; una de ellas proviene de Occidente y menciona que tuvieron como modelo las conchas y caracoles encontrados a la orilla del mar. La palabra cuchara proviene del latín cochlea, que significa “caracol”. Los restos de estos moluscos funcionaban como pequeños cuencos que servían para contener líquidos y algunos alimentos; luego se les fueron adaptando mangos para que tuvieran un uso más práctico en la vida diaria.

 

Otro de los relatos apunta que, en Asia, este utensilio tuvo sus primeros bocetos a partir de las astas de los venados y alces. De estas grandes estructuras óseas sobresalen sus puntas con formas acanaladas, que eran pequeños cuencos que sirvieron de utensilios y herramientas. Se cuenta que fueron las inspiradoras para la elaboración de las cucharitas de porcelana tan famosas en China.

 

En la antigua Roma se conocían dos tipos de utensilios: cochlea y lígula. El primero probablemente utilizado para medir diferentes sustancias o granos; el segundo, de mayor longitud y caracterizado por un mango puntiagudo con un orificio en la unión con el cuenco, servía para ungir y condecorar a guerreros y personajes importantes de la política.

 

Por su parte, el notable arqueólogo Jorge Olvera Hernández, en su estudio Cucharas y utensilios en tiempos prehispánicos, apunta: “En la cultura hohokam del suroeste de los Estados Unidos se han encontrado cucharas de asta de ciervo, […] tradición que continuó en esa misma región y en los grupos del noreste de Norteamérica y Canadá”.

 

Olvera identifica que entre los principales enseres de la vida cotidiana en Mesoamérica se encontraban los elaborados a partir de las cortezas de guajes y calabazos, utilizados como vasijas y recipientes. Posteriormente, fueron copiados por las delicadas manos de los artesanos de las diferentes culturas en barro y cerámica, y decoradas con exquisitas policromías, diseños geométricos, flora y fauna.

 

También nos explica la gran variedad de usos y materiales que tenían las cucharas prehispánicas: para medir granos y semillas, como gotero para recolectar resinas como el copal y aceites de diversas plantas, coladores, cuencos de diferentes tamaños que llegaron a tener usos rituales, entre otros; para muestra, el arqueólogo identificó un bello ejemplar de jade correspondiente a la cultura maya, con el cual recogían las gotas del rocío de las flores para ser ofrendadas a los dioses.

 

Pequeñas obras de arte

 

Las relevantes investigaciones que el historiador francés Fernand Braudel (1902-1985) hizo sobre la vida cotidiana, indican que el uso de la cuchara de carácter personal o como cubierto de mesa se generalizó hasta el siglo XVI. Anterior a esta centuria, eran usadas como herramientas de cocina y en algunas culturas dentro de ritos políticos y religiosos.

 

Desde épocas muy tempranas podemos ver la intención de identificar las cucharas con modelos que caracterizaban a cada cultura. Los etruscos fueron pioneros en este arte; nos legaron el diseño conocido como pied-de-biche, con una curvatura en el nudo de la cuchara, y el de cola de ratón o rat tail, que simula una pequeña colita por debajo del cuenco, muy semejante a la de este roedor. Ambos detalles perduraron en la cubertería hasta el siglo XVIII.

 

Antes del siglo XVII era muy común que las personas comieran y cortaran los alimentos con sus propias manos. Se puede observar en pinturas de la época escenas de comedor o festejos en los que los elementos de cubertería en la mesa son prácticamente nulos; solamente los cuchillos eran los invitados al festín.

 

A partir de dicha centuria, las modas impuestas por las cortes europeas, en especial la francesa, llenaron de lujos y extravagancias las mesas de los banquetes. Los cubiertos empezaron a adornarse con elegantes diseños en sus mangos y cuencos; se elaboraron piezas para servir diversos tipos de alimentos, por lo que el desarrollo tecnológico también se pudo observar en los servicios de mesa y objetos para cocinar: pinzas variadas, cortadores de fruta, coladores, cucharones de distintos materiales como madera o metal, trinchadores, cuchillos, navajas, palas, ralladores de especias, juegos de servicio para ensaladas, agujas para carne, batidores, entre otros.

 

El investigador alemán Gertrud Benker se ha dedicado a estudiar los diseños de la cubertería a través de la historia. En su libro Alte Bestecke (Cubertería antigua), menciona el trefid que destacó hacia fines del siglo  XV y principios del XVI, el cual se caracteriza por presentar tres puntas o pestañas al final del mango. Este diseño evolucionó y se convirtió para el siglo XVIII en el dog nose (nariz de perro), así llamado porque simulaba el sentido del olfato de este animal.

 

Entre 1710 y 1770 se elaboró el diseño hannoverian en Alemania, cuya característica principal es la curvatura del mango hacia la misma dirección del cuenco. Inglaterra adoptó un estilo propio cambiando la dirección de la doblez de esta parte de la cuchara hacia el sentido contrario; lo llamaron Old English.

 

Los creadores

 

Cada cuchara o utensilio ha pasado por la imaginación y creatividad de artistas que convirtieron cada pieza en una escultura de formato pequeño. Ya sea en los mangos o cuencos, podemos encontrar plasmados hermosos diseños que hacen destacar la belleza de estos objetos culinarios.

 

Las primeras cucharas fueron talladas por la mano que las inspiró. En pequeños talleres, los artesanos golpeaban los pequeños metales cortados en diferentes tamaños hasta darle su forma final. El político y escritor cubano José Martí apunta en su Historia de la cuchara y el tenedor cómo se elaboraban: “Recortaba la cuchara a fuerza de mano, y a muñeca viva le daba al mango la doblez, y para hacer el hueco le daba golpes muy despacio […] hasta que quedaba hueca por dentro”. Posteriormente se adornaban grabando la pieza con delicados follajes y flores, símbolos marinos y mitológicos, figuras humanas y de animales, escudos familiares, inscripciones o nombres de los dueños, dándole al utensilio una identidad.

 

Los creadores poco a poco empezaron a tener fama entre la sociedad, por lo que firmaban o marcaban sus piezas con sellos y monogramas representativos de su taller (hallmarks). Entre las casas de cubertería más importantes del siglo XIX en Europa se encontraba la fundada por el francés Charles Christofle en 1830. Las cortes europeas mandaban a elaborar en plata su cubertería y servicios de mesa, los cuales vestían con gran lujo y distinción los comedores de sus palacios y mansiones.

 

Usos y costumbres

 

Debido a las características de su uso y a los maravillosos detalles que tienen algunas piezas, los juegos de cubertería nos relatan historias de la vida privada a través de los siglos. Entre los conjuntos más peculiares se encuentran las cucharas puritanas, realizadas alrededor de la segunda mitad del siglo XVI en Inglaterra. Eran un grupo de trece piezas, doce de las cuales tenían al final de su mango la figura de un apóstol y la restante la de Cristo. Eran regaladas a los ahijados en los bautizos por los padrinos.

 

Asimismo, en el siglo XVII, en Gales surgieron las lovespoons o cucharitas de amor, hechas por extraordinarios artífices que tallaban en madera delicados símbolos de amor y romanticismo para que fueran regaladas a las señoritas en su petición de matrimonio.

 

Por otra parte, algunos de los antiguos juegos de viajero son muy extravagantes; llegan a tener cucharas sopera y cafetera, tenedor, cuchillo, palillo de dientes, sacacorchos, pimentero y hasta vaso para tomar agua. Las llamadas bigoteras tenían un soporte sobre el cuenco para evitar que los caballeros se ensuciaran al tomar la sopa.

 

En el pequeño recorrido que hicimos, podemos apreciar que este discreto objeto, muchas veces imperceptible o vano ante los ojos de la sociedad, se ha convertido en testigo importante de la historia de la humanidad y su vida cotidiana. Además, su estudio ha permitido entender los conceptos de individualidad, los espacios privados, la alimentación y convivencia de las familias, así como las técnicas de elaboración de sus diseños y tecnología.

 

Por ello, la próxima vez que se lleve una cuchara a la boca permítase saborear un poco de su historia.

 

 

El artículo "La desconocida historia de la cuchara" de la autora Monserrat Ugalde Bravo se publicó completo en este medio como un obsequio a nuestros lectores de la página web. En su versión impresa lo pueden encontrar en Relatos e Historias en México, número 107