La batalla de Ocotlán

El sangriento triunfo de Álvaro Obregón en 1924

Soren de Velasco Galván

 

La campaña presidencial de 1923 derivó en la más grande rebelión militar dentro del grupo revolucionario en el poder: la de Adolfo de la Huerta. Una guerra en la que perdieron la vida hombres valiosos como Rafael Buelna, Salvador Alvarado y Felipe Carrillo Puerto. Esta es una crónica de los movimientos militares que condujeron a la batalla en Jalisco.

Ciudad de México, 31 de agosto de 1923. El presidente de la República, Álvaro Obregón, sostiene en su única mano el telegrama que anuncia el tan ansiado reconocimiento diplomático por parte del gobierno estadounidense, fruto amargo de los Tratados de Bucareli. Esta noticia representa un doble triunfo para Obregón: primero, será notificada en su informe anual; segundo, le permitirá concentrarse en la decisión toral de su cuatrienio: la sucesión presidencial.

Candidaturas y fisuras
El 1 de septiembre, Obregón anunció, durante su tercer informe de gobierno, que su administración había sido reconocida por los Estados Unidos. Ese mismo día, el secretario de Gobernación, Plutarco Elías Calles, renunció a su cargo e hizo pública su candidatura a la Presidencia de la República.

Al mismo tiempo, Obregón enfrentaba un conflicto poselectoral en San Luis Potosí. Para salir del embrollo, Obregón consiguió que el Senado emitiera la desaparición de poderes en esa entidad federativa y rehusó reconocer a cualquiera de los candidatos en pugna: Jorge Prieto Laurens, presidente del Partido Cooperatista Nacional y aliado del secretario de Hacienda Adolfo de la Huerta y a Aurelio Manrique, líder del Partido Agrarista y cófrade de Calles.

Prieto Laurens protestó la decisión senatorial y logró que un juez local enunciara que su elección era válida. Sin embargo, la Suprema Corte de Justicia de la Nación declaró a favor del gobierno federal. Entonces, Prieto Laurens se entrevistó con De la Huerta para convencerlo de interceder ante el primer mandatario y lograr un cambio en su actitud. De la Huerta se reunió con Obregón, pero no logró su objetivo. Por último, De la Huerta presentó su renuncia, la cual fue aceptada y hecha pública el 25 de septiembre. Al día siguiente, Obregón designó al canciller Alberto J. Pani, como el nuevo secretario de Hacienda.

El 19 de octubre, De la Huerta anunció su candidatura a la Presidencia de la República por el Partido Cooperatista. Ese mismo día, se publicó en la prensa una circular de Obregón, redactada por Pani, en la cual se acusaba a De la Huerta de ser el responsable de la “bancarrota material y moral” de la hacienda pública. Entonces se desató una lucha entre De la Huerta y Pani, la cual tuvo como escenario el Poder Legislativo y la prensa nacional.

Rebelión
El movimiento comenzó el 4 de diciembre. De la Huerta, quien temía ser asesinado y que sus partidarios fueran apresados, se decantó por abandonar la Ciudad de México y buscar la protección del general Guadalupe Sánchez en el puerto de Veracruz. Al día siguiente, Sánchez lo reconoció como dirigente. Luego, el 6 de diciembre, Sánchez envió un telegrama a Obregón, en donde lo desconocía como jefe del Ejecutivo Federal. Al mismo tiempo, en Morelia, el general Francisco J. Múgica era arrestado por orden presidencial y se ordenaba su traslado a la capital del país.

Para finalizar la jornada, el jefe de Operaciones Militares en Jalisco, general Enrique Estrada, discípulo de Felipe Ángeles y compañero de armas de Obregón, organizó, en Guadalajara, una reunión con los generales Salvador Alvarado, Rafael Buelna –llamado Granito de Oro–, y otros oficiales. Estrada, siguiendo un plan preconcebido, informó a sus convidados que había desconocido al gobierno federal y les exigió definirse ante la situación: todos decidieron secundarlo, excepto un hermano del gobernador de Jalisco, José Guadalupe Zuno.

Adhesiones, pronunciamientos y órdenes
El 7 de diciembre comenzó la fase militar. Estrada recibió la adhesión de los alumnos de la Escuela Práctico-Militar y de los efectivos desplegados en: Aguascalientes, Colima, León (Guanajuato) y Cañitas (Zacatecas). Asimismo, el ex secretario de Hacienda, Adolfo de la Huerta, se asumió como jefe “del movimiento libertario” y acusó a Obregón de sojuzgar a los poderes legislativo y judicial; violentar el pacto federal, y ser el jefe de campaña de Plutarco Elías Calles.

Por su parte, Obregón respondió raudo: designó como jefe de Operaciones en Occidente al general Joaquín Amaro y segundo al mando al general José Gonzalo Escobar. Luego, nombró a Calles como jefe de Operaciones Militares en la zona norte.

El 9 de diciembre, en la estación Monteleón (Michoacán), Obregón instruyó al jefe de Operaciones Militares en la entidad, el general Lázaro Cárdenas, lo siguiente: seguir la ruta Zamora-Mazamitla-Contla-
Tamazula para cortar las comunicaciones entre Guadalajara y Manzanillo, Colima. La intención era que Cárdenas distrajera a las fuerzas insurrectas. Esta maniobra, creía Obregón, permitiría que el general Amaro capturara, vía Ocotlán (Jalisco), el centro de gravedad de los rebeldes: Guadalajara.

El 10 de diciembre Obregón envió un telegrama al custodio de Múgica, coronel Miguel Flores Villar, en donde se ordenaba la ejecución del general michoacano. Sin embargo, Flores Villar desobedeció la orden y, conforme a las instrucciones previas de Cárdenas, “lo hizo llegar sano y salvo” a la Ciudad de México. Para evitar represalias, Flores Villar se unió a la rebelión.

Estrada recibió, el 12 de diciembre, informes del amague de Cárdenas y tomó tres decisiones: destacar fuerzas en Ocotlán para detener el avance gobiernista; concentrar tropas en Sayula; y enviar una columna señuelo para emboscar a Cárdenas, quien avanzaba desde Estación Moreno (Michoacán). Asimismo, en Oaxaca, el general Fortunato Maycotte se rebeló y se apoderó de Puebla el día 14.

La guerra es pasional
El 19 de diciembre el general Rafael Buelna salió de Guadalajara rumbo a Ciudad Guzmán (Jalisco), para enfrentar a Cárdenas. Buelna, maderista, villista y antagonista de Obregón, había sido seleccionado por el general Enrique Estrada porque necesitaba un militar comprometido con “el plan de campaña”, pues, según dijo, “la guerra es pasional”.

Puebla fue reconquistada, el día 22, por las fuerzas gubernamentales, y el 26 de diciembre, Buelna emboscó, en Teocuitatlán (Jalisco) a Cárdenas con el siguiente saldo: doscientos soldados gobiernistas muertos, incluyendo al general Paulino Navarro; trescientos heridos entre quienes se encontraba un demudado Cárdenas, a quien Buelna trató cortésmente; y mil quinientos prisioneros. En Guadalajara, Estrada se comportó caballerosamente con los vencidos: a Cárdenas le dio la oportunidad de escoger en cuál hospital atenderse; y el cuerpo de Paulino Navarro fue embalsamado y enviado a las líneas gobiernistas. Al conocer la debacle de Cárdenas, Obregón se expresó peyorativamente de su subordinado.

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