El asesinato de la niña Olga
A Tijuana habían llegado los padres de Olga Camacho, Aurelio y Feliza, desde Mexicali, en busca de mejores oportunidades de vida. El papá trabajaba como cantinero en el Foreign Club, un famoso casino en la avenida Revolución, la principal calle de la ciudad con bares y sitios recreativos.
La vida de esta familia cambió la tarde del 13 de febrero de 1938, cuando Olga, la hija mayor, salió a comprar carne para la cena. Después de que la niña de ocho años se tardó en regresar más del tiempo habitual, la mamá se preocupó y le preguntó a su otra hija, Lilia, de cuatro años, si había visto a su hermana, pero ésta afirmó que no. Entonces Feliza corrió con su bebé de meses en brazos a preguntarle al tendero de los abarrotes La Corona si había visto a Olguita, a lo que el señor Mariano Mendívil dijo que vendió la carne a la niña y la vio salir, como siempre, alegremente rumbo a su casa. Se corrió rápido la voz de su desaparición y empezó una búsqueda de toda la noche que no dio frutos.
Fue hasta el día siguiente que una vecina conocida como Meimi encontró el cuerpo de Olga, según gracias a una visión en la que la Virgen María le reveló el rostro de la niña y le dijo que la buscara en una construcción abandonada. Esta versión de la historia señala que, guiada por esta imagen, la mujer fue a dar a un pequeño garaje de madera abandonado que se encontraba cerca del cuartel militar de la zona y a dos cuadras de la casa de los Camacho. No entró, pero se asomó por entre la puerta y alcanzó a ver una mano pequeña ensangrentada bajo unas láminas de cartón que cubrían el resto del cuerpo. Dio la voz de alarma y la policía acudió al sitio. Entonces descubrieron el cuerpo ultrajado de Olga.
Otra versión sobre cómo fue encontrado el cuerpo de Olga señala que unos niños que estaban jugando en la calle, en algún momento se acercaron al garaje y la encontraron.
Como haya sido, el reporte del acta de defunción de la niña consigna que murió el 13 de febrero de 1938 a las 19:00 horas aproximadamente, después de lo cual había sido violada.
Se desata la violencia
El asesinato de Olga provocó gran enojo entre los habitantes de Tijuana, mucho de los cuales se manifestaron los días 14 y 15 de febrero. A tal grado llegó su indignación, que se estima que unas mil quinientas personas fueron parte de una protesta violenta para exigir justicia para la niña y hallar al culpable del crimen.
Esta publicación es un fragmento del artículo “Juan Soldado” del autor Débora R. Sánchez Guajardo y se publicó íntegramente en la edición de Relatos e Historias en México, núm. 95.