Treviño se benefició del deslinde de tierras y se hizo con excelentes propiedades en las que se instalarían empresas de renombre, como la Cervecería Cuauhtémoc.
Las propiedades de Treviño no se agotaban con La Babia. Además de otras tierras rurales, en los años previos a los 90 había mostrado una fuerte propensión a quedarse con predios suburbanos, entre otros los que sirvieron para la instalación de la Cervecería Cuauhtémoc. Marginado políticamente durante el Porfiriato maduro, su devenir comenzó a parecerse al que habían recorrido familias poderosas como las del influyente Evaristo Madero, los prósperos Zambrano (con los cuales se había emparentado), el cuasi banquero Patricio Milmo, el vasco Francisco Armendaiz o los ya industriosos Sada.
Fue cuando su perfil terrateniente se articuló, en especial durante la década de 1890, con muy diversas manifestaciones empresariales. El cuadro “Gerónimo Treviño: inversiones y socios...” resume tan ágil y estratégico desplazamiento: el exaliado de Díaz se contaría entre los propulsores y accionistas de los proyectos
más destacados de esos años. Sus aristas como militar y gran terrateniente no le dificultaron invertir –ni mucho menos– en la Nuevo León Smelting y en la Compañía Minera, Fundidora y Afinadora, pioneras de la metalurgia pesada que distinguiría a Monterrey a escala continental.
Estuvo presente en los bancos de Nuevo León y Mercantil (hoy Banorte), sociedades en las que el entrelazamiento con apellidos prominentes de Monterrey era evidente; contribuyó a la fundación de la Fábrica de Vidrios y Cristales, antecedente de Vidriera Monterrey. Personajes famosos o muy conocidos de otras latitudes fueron socios suyos; entre otros, Enrique C. Creel, Luis Terrazas, Marcelino Garza, Dámaso Rodríguez, Joaquín Casasús, el general Francisco Olivares, Antonio Basagoití y… hasta el mismo Porfirio Díaz.
Conviene recordar que ya en 1887 el poder Ejecutivo había otorgado al diestro licenciado Emeterio de la Garza y al militar nuevoleonés la concesión para explotar el Ferrocarril de Monterrey al Golfo, proyecto que dirigió el notable emprendedor estadounidense Joseph Robertson. Y en 1889 la dupla Emeterio de la Garza-Gerónimo Treviño fue autorizada a encauzar el Ferrocarril Internacional, que descendería de Piedras Negras hacia La Laguna tras atravesar las ricas áreas carboníferas de Coahuila.
En síntesis, inversiones en minería, metalurgia pesada, industria fabril, transportes (incluido urbanos), banca y algunos servicios complementarios, además de tierras y negocios agropecuarios. Un movimiento cuyo punto de partida fue la preponderancia militar y política, e incluyó la ocupación de vastas propiedades del norte oriental, pero cuya llegada engarzó con segmentossociales de probada trayectoria empresarial: aquellos que, desde el noreste, contribuían a consolidar las más prominentes y perdurables burguesías del Porfiriato.
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General Gerónimo Treviño. De las armas a las grandes empresas