La mañana del 19 de agosto de 1911, los lectores de la revista semanal estadounidense Saturday Evening Post recibieron la primera entrega del cuento largo –o novela corta– El Mexicano, firmado por el connotado escritor californiano Jack London, autor de la popular novela Colmillo Blanco. Se trata de uno de los relatos más celebrados sobre boxeo y en él se narra la historia del jovencísimo Felipe Rivera. Hasta ahí nada fuera de lo común, pues el box fue un tema recurrente para London. En su obra destacan el cuento Por un bistec y la novela El combate, que tienen como motivo ese deporte. Sin embargo, el escrito del que hablamos tiene algo más que box: resulta que Rivera es de origen mexicano y se entera del movimiento armado que ha iniciado en su país natal, por lo que decide unirse a la causa aportando dinero para panfletos y para pagar la renta de la oficina donde opera la Junta Revolucionaria del Partido Liberal Mexicano en Los Ángeles. Rivera ha quedado conmovido por los ideales que proclaman los hermanos Flores Magón y no escatima en poner su más preciado talento al servicio de la lucha: sus puños.
Jack London nació en San Francisco, California, en 1876. “Nací como integrante de la clase trabajadora”, afirmó. Se educó de manera autodidacta y pronto se convirtió en uno de los escritores mejor pagados y más leídos de su época. Siempre prefirió la vida, la aventura y el dinero antes que la literatura: “Quiero las recompensas por mi obra mientras pueda disfrutarlas. Denme el dinero ahora y otros pueden quedarse con la fama”. Fue jinete, pirata, reportero, cazador de focas y marinero. Aprendió de puños con los bucaneros escandinavos.
La contradicción fue una constante en la vida de London: fue un alcohólico de cepa, pero escribió un panfleto antialcohólico; fue pirata y después se convirtió en patrullero perseguidor de truhanes; se decía socialista y de la clase trabajadora, pero emprendió varios viajes a Alaska con la idea de encontrar oro y volverse millonario de un día a otro; apoyó la Revolución mexicana, pero en 1914 terminó por defender la invasión estadounidense a Veracruz y admirar al general golpista Victoriano Huerta: “Es la flor del indio mexicano […] es valiente […] es magistral”.
Se dice que en 1911 participó en la toma de Mexicali –arrebatada a los federales porfiristas–, aunque no existe evidencia al respecto. Como miembro del Industrial Workers of de World, el poderoso sindicato de izquierda norteamericano, supo del movimiento magonista. En 1911 escribió: “Queridos y valientes camaradas de la Revolución mexicana: nosotros, los socialistas, los hobos [especie de vagabundo], los ladrones de gallinas, los forajidos y los ciudadanos indeseables de Estados Unidos estamos con ustedes de alma y corazón en sus esfuerzos por despojar a México de la esclavitud y la pobreza. […] Yo mismo me sitúo como un ladrón de gallinas y un revolucionario”.
De ese modo, el relato de London puede ser considerado un bello guiño a la Revolución. Además, se basó en la vida del boxeador mexicano-estadounidense Joe Rivers, conocido en la Unión Americana como el Mexicano. En 1944 se llevó a la pantalla grande con guion de José Revueltas, quien cambió el nombre del protagonista por el de Joaquín Ríos, quizá como un homenaje al auténtico peleador.
El artículo "Extranjeros Perdidos en México: Jack London" del autor Ricardo Lugo Viñas se publicó íntegramente en Relatos e Historias en México, número 121. Cómprala aquí.