Escritores incendiados por el mezcal

Ricardo Lugo Viñas. Historiador

En las páginas de La serpiente emplumada, el escritor inglés D. H.Lawrence menciona al mezcal de la siguiente manera: “ese brandy blanco, ardiente, destilado del maguey: el mescal [sic]”.

 

En el último capítulo de la novela Bajo el volcán, del escritor nacido en Birkenhead (Reino Unido), Malcom Lowry, el personaje principal Geoffrey Firmin, el “Cónsul”, pide un mezcal (“–Mezcal –dijo el Cónsul”) en la cantina El Farolito, situada justamente a las faldas del volcán Popocatépetl: “Bebióse rápidamente dos mezcales: las voces cesaron. Chupando un limón, hizo el inventario de cuanto le rodeaba. El mezcal lo tranquilizaba y a la vez entorpecía su mente. […] Detrás del bar, colgaba de un torniquete giratorio una hermosa cantimplora oaxaqueña con ‘mezcal de olla’ de la que habían escanciado sus dos copas.

Esta novela –publicada por vez primera en 1947, escrita entre 1937 y 1939 y reescrita cinco veces– probablemente jamás habría alcanzado los laureles que obtuvo dentro de la Historia de la literatura universal si su autor no se hubiera sometido a la andanada de mezcales que le propinó nuestro país, particularmente en Oaxaca, Cuernavaca y Taxco; sin la presencia del aroma, la geografía y los vapores etílicos del mezcal que conoció en sus diversos viajes por México.

Es sabido que Lowry y su mujer Jan Gabrial decidieron, por principio de cuentas, venir a México por dos motivaciones. La primera, de orden práctico, porque su visa de turistas en Estados Unidosestaba por expirar y debían salir de territorio norteamericano por un tiempo, amén de que la beca de la que vivían resultaba más onerosa gastada en México que en los Estados Unidos. La segunda, de orden literario, respondía al fervor y admiración que Lowry profesaba por algunos escritores como Ambrose Bierce, Katherine Anne Porter Langston Hughes, B. Traven, Aldous Huxley o John Dos Passos –todos visitantes de nuestro país en distintas épocas–, pero sobre todo le interesaba seguir los pasos del enorme escritor inglés D. H. Lawrence que, recientemente –tras algunos viajes a México entre 1923 y 1925– había publicado dos novelas capitales que Lowry había leído con suma atención: La serpiente emplumada y Mañanas en México. En las páginas de La serpiente, Lawrence menciona al mezcal de la siguiente manera: “ese brandy blanco, ardiente, destilado del maguey: el mescal [sic]”. Es probable que esta fuera la primera referencia que Lowry haya tenido del mezcal, al que más tarde se referirá como “esa bebida que, aún teniéndola en los labios, no puedes creer que sea real”. Ese mismo año (1937), Lowry llegó a Oaxaca, se instaló en la habitación número 40 del Hotel Francia –el mismo donde años atrás se había hospedado Lawrence– y salió en busca del mejor mezcal del mundo, de sus efectos incendiarios y de las palabras e imágenes con las que pronto habría de escribir una de las obras literarias más importantes del siglo XX.

 

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