El río Nueces

Ahmed Valtier

El río Nueces siempre fue la frontera de Texas con Tamaulipas, pero a partir de 1836 los colonos rebeldes difundieron la mentira de que el territorio texano llegaba hasta el río Bravo. Cuando Estados Unidos lo anexó como un estado más, sostuvo que los 300 km entre ambos ríos estaban en disputa. Pero no había tal, ya que México no reconocía la independencia de Texas ni, por lo tanto, que hubiese una discusión sobre la frontera. Por eso el gobierno nacional consideró una agresión la presencia del ejército de Zachary Taylor en Corpus Christi y, con la razón de su lado, atacó la caballería del capitán Seth Thornton en el rancho de Carricitos el 25 de abril de 1846. 

 

México ha invadido nuestro territorio y derramado sangre americana en suelo americano” 

Con estas palabras el presidente James Polk logró el respaldo del Congreso de Estados Unidos para declarar la guerra a México el 11 de mayo de 1846.

Sin embargo, el ejército de Zachary Taylor ya había entrado en territorio mexicano y presentado combate formal en los llanos de Palo Alto y de Resaca de Palma –muy cerca de Matamoros– con un elevado costo de vidas mexicanas. Aunque Polk relató los hechos a su modo para justificar la guerra de facto.

Seis meses antes, el presidente norteamericano ha- bía enviado a México a John Slidell, cuya misión era lograr que este gobierno aceptara, entre otras cosas, que la frontera con Texas era el río Bravo. Pero el presidente José Joaquín de Herrera no lo recibió, ya que la anexión de Texas representaba un acto hostil contra la nación y era razón suficiente para romper relaciones diplomáticas. Y el Congreso estadunidense formalizó la integración de Texas a la Unión. 

En aquel discurso del 11 de mayo, Polk no iba a decir, por supuesto, que México había permitido que los colonos norteamericanos se establecieran en Texas porque aceptaron las leyes mexicanas, ni que éstos en 1836 levantaron un movimiento separatista. Tampoco, que los rebeldes habían hecho prisionero al presidente Antonio López de Santa Anna y que lo obligaron a firmar la independencia de Texas. Polk no dijo que México no reconocía esa “República” porque, simplemente, ningún acuerdo firmado por un gobernante prisionero puede tener validez jurídica.

La solución del asunto de Texas concernía exclusivamente a México, pero Polk, en su discurso, dio muestra de la política expansionista en curso en su país, con la mirada puesta en California y Nuevo México (hoy Nevada, Colorado, Utah, Arizona y Kansas). Por ello quizá pensó que podía pasar por encima de la verdad, de la vida de quienes se resistieran y de la dignidad de una nación. 

 

Esta publicación es un fragmento del artículo “Un pretexto para la guerra” del autor Ahmed Valtier y se publicó íntegramente en la edición de Relatos e Historias en México, núm. 92.