El 15 de marzo de 1857 el presidente Ignacio Comonfort decretó su uso oficial en la República. La obligatoriedad del sistema fue ordenada por el presidente Benito Juárez en el mismo día y mes, pero de 1861
Huacal, chiquihuite, pie, paso, vara larga, vara corta, legua, estadio, codo, palmo, braza… son solo algunos valores que se usaban desde hacía siglos –algunos se usan aún– para medir las distancias o el volumen en lo que hoy es México. De hecho, son innumerables las categorías de medida utilizadas por la humanidad en el transcurso de la historia. Sin embargo, esta diversidad también ocasionó problemáticas al momento de intercambiar algún producto o establecer fronteras.
La necesidad de contar con un sistema eficaz y justo que garantizara el recaudo de impuestos y tuviera satisfecha a las poblaciones, hizo que los gobiernos crearan figuras como el fiel almotacén, que en la Nueva España acudía a comprobar que los pesos y medidas reales se respetaran en los comercios. No obstante, no dejaban de ser una práctica local en un mundo que comenzaba a hacerse pequeño gracias a las rutas comerciales.
Tras la Revolución francesa que estallara en 1789, los miembros de la Academia de Ciencias de París, en medio de la tormenta política y militar, retomaron un tema clave: un sistema de pesas y medidas reconocido por todos. Hombres como el químico y economista Antoine Lavoisier, o el matemático Adrien-Marie Legendré, entre otros, propusieron lo que fue llamado sistema métrico, basados en principios de la física y las matemáticas modernas.
A diferencia de otras propuestas y dada la influencia que llegó a tener Francia en el orbe, las comunidades científicas lo adoptaron. En México se debatió con fervor al respecto y fue hasta el 15 de marzo de 1857 que el presidente Ignacio Comonfort decretó su uso oficial en la República. La obligatoriedad del sistema fue ordenada por el presidente Benito Juárez en el mismo día y mes, pero de 1861.
No obstante, así como fue difícil consolidar un gobierno, pasó lo mismo con los pesos y medidas. Entre el analfabetismo y la tradición en el uso de medidas locales, fue hasta el Porfiriato cuando se arraigó este sistema. El Tratado del Metro firmado en París en 1875 propició la integración formal internacional y México, imbuido en la modernidad, se adhirió a él en 1890. Pronto se distribuyeron en todos los estados patrones en metal del metro y el kilogramo avalados por el Buró Internacional de Pesas y Medidas. Además, se distribuyeron instructivos y se dieron charlas y conferencias al respecto.
El sistema métrico decimal se transformó con el paso de los años en el actual Sistema Internacional de Unidades (SIU), que con el tiempo agregó nuevos mecanismos de medida relacionados con los adelantos científicos que hasta la fecha siguen sin detenerse. Curiosamente, la gran potencia del mundo, Estados Unidos, mantiene el sistema inglés de medidas, aunque convive plenamente con el SIU.