Era la temporada 1945-1946. Un imponente Veracruz ganaba con extraordinaria contundencia la liga del futbol mexicano guiados en la cancha por el mediocampista Luis el Pirata de la Fuente, una de las estrellas del balompié nacional en aquella época. Pero dentro de ese equipo también estaba un jovenzuelo que apenas había debutado un año antes: Luis García, mejor conocido entre los compañeros como Chito.
Nacido el 18 de enero de 1924 en el puerto jarocho, Chito destacó por su agilidad física, pero también porque no era malo para el estudio; incluso, logró ingresar a la prestigiosa Escuela Naval Militar, donde dedicaba sus ratos libres al deporte.
Fue producto de la casualidad que miembros del recién constituido Club Tiburones Rojos del Veracruz lo observaran en un encuentro de futbol en el que participó con el equipo de su escuela. Tan simple como el agua: le pidieron que jugara para ellos profesionalmente… y así lo hizo.
Muy veloz y con fuerte carácter, Chito se convirtió en pilar de la defensa veracruzana que no sólo ganó el campeonato de 1946, sino también el torneo de copa de 1947-1948, en cuyo partido final contra las Chivas del Guadalajara anotó uno de los goles con los cuales Veracruz se impuso 3 a 1.
Con apenas veinticuatro años, la carrera del joven García tendía a ser estadísticamente una de las mejores de México, hasta que en 1948 fue suspendido por seis meses tras un desagradable episodio dentro de las canchas, producto de su fuerte temperamento. Sin embargo, ello permitió a Chito retomar una de sus grandes pasiones: el beisbol.
Aunque parezca extraño, no tardaron en hacerle propuestas profesionales, pues su condición de velocista era admirada. Entonces se unió a los Cafeteros de Córdoba, para asombro de sus fanáticos y detractores. Al terminar su sanción en el futbol, ejerció insólitamente las dos actividades, hasta que la presión hizo que se decantara por el llamado rey de los deportes, por lo que rompió sus lazos con los Tiburones Rojos.
En 1953 firmó con el Águila de Veracruz y en 1954 con los Diablos Rojos del México, aunque su logro más destacado en este deporte fue en 1965 como entrenador de los Tigres de México, equipo con el que alcanzó el título de liga jugando exclusivamente con mexicanos.
A los 91 años, Chito todavía bromeaba sobre cómo su carrera lo llevó a ser amigo del Pirata y compadre del segunda base y gran bateador Beto Ávila. Así llegó el 14 de octubre de 2015, cuando cambió de césped nuevamente, pero ahora para descansar en paz.