De qué está hecho el cempasúchil y para qué se usa

Juan Antonio Reyes-Agüero

La celebración del Día de Muertos tiene un carácter íntimo; las familias recuerdan a los seres queridos y les dedican altares con alimentos y bebidas de su gusto. También se elaboran ofrendas a personajes que han tenido trascendencia en la vida de la comunidad. El 5 de septiembre de 2019 falleció el artista Francisco Toledo; el altar de la imagen se colocó en su honor en noviembre de ese año.

 

En tiempos precolombinos el cempasúchil, por su color y aroma, era una planta mágica. En el virreinato, en 1570, el protomédico Francisco Hernández lo describió como caliente, seco, de sabor acre y olor fuerte. En el siglo XIX los farmacéuticos y boticarios descubrieron que el cempasúchil contenía materia colorante amarilla, grasa, resina, aceite, tanino, azúcar y mucílago. En el siglo XX se conoció el contenido químico del cempasúchil con aminoácidos, compuestos azufrados (alfa-tertienilo), pigmentos carotenoides (α y β caroteno, luteína, xantófilas y zeaxantina), metabolitos secundarios (flavonoides) y aceites esenciales (monoterpenoides). En el siglo XXI se ha avanzado, con estudios de su ADN, en su manipulación genética.

El cempasúchil fue parte de la herbolaria precolombina. Francisco Hernández, en el siglo XVI, compiló que los náhuatl lo usaban como medicinal, aperitivo, para atemperar el estómago frío e incitar pasiones carnales. La doctora Adriana Castro registró 35 propiedades medicinales, algunas de ellas: afrodisiaco, anticonceptivo, antioxidante y carminativo; para curar cólicos, enfermedades musculares, estomacales y respiratorias; es remedio para heridas, forúnculos, hemorroides, problemas renales y úlceras. Se aprecia su uso como bactericida, fungicida, insecticida, acaricida, larvicida, mosquicida, nematicida y piojicida.

También se valora al cempasúchil en la gastronomía, en platillos florales solo aptos para sibaritas que aprecian sabores impregnados con historia biocultural. El uso como pigmento es doméstico e industrial. En India y Pakistán es la fuente del tinte “egandai” o “gendia”. En el siglo XXI se registró el uso experimental del cempasúchil para la fitorremediación de suelos contaminados, pues absorbe metales como el cromo, que es un desecho en procesos de fundición. Sin embargo, los usos estrella del cempasúchil son en la industria alimentaria, la floricultura y la farmacéutica.

En Guatemala, como en otros países de la antigua Mesoamérica, el cempasúchil se usa, con sus variantes culturales, en la misma forma que en México. En los países budistas es una planta ritual; guirnaldas de esa flor se ofrendan en templos, altares y estatuas de Buda. En el Valle Kullu, en el noroeste de la India, el cempasúchil es el actor central en el festival Desehra o Dussehra de la cosecha; con guirnaldas de esa flor se venera a los dioses, se decoran calles y altares. Los pueblos de la comarca anuncian su arribo al festival con sus vestimentas anaranjadas, al son de redobles de tambores y estrépitos de trompetas. Todo Kullu se cubre de cempasúchil.

 

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De cómo la flor de cempasúchil, con su peculiar color y olor a muerte mexicana, nació en el seno de Mesoamérica y, siglos después, se fue a la China