Crisis económica e insurgencia

Gisela Von Wobeser

En 1808, desde el ayuntamiento de México, Primo de Verdad y Azcárate encabezaron la oposición a la Consolidación que, con la abdicación del rey de España en favor de Francia, se convirtió en el primer intento pacífico para lograr la autonomía en Nueva España.

 

La Consolidación se enfrentó a una oposición generalizada desde el momento en que llegó a Nueva España la noticia de su aplicación. Para muchos fue un parteaguas; a partir de entonces, comenzaron a cuestionar a la monarquía y buscaron nuevas alternativas políticas, entre ellas la independencia.

En 1808, cuando el virrey Iturrigaray suspendió provisionalmente la Consolidación, surgió el primer intento pacífico para lograr la autonomía de la Nueva España. Los criollos ilustrados Francisco Primo de Verdad y Juan Francisco de Azcárate encabezaron la oposición desde el ayuntamiento de México. Aprovechando la inestabilidad política reinante en la península a causa de la invasión napoleónica, se valieron de sus posiciones como síndico y regidor honorario para redactar un plan autonomista que dieron a conocer el 15 de julio de 1808. Proponían la creación de un gobierno provisional americano al mando del virrey Iturrigaray, quien gobernaría en nombre de Fernando VII en tanto se restableciera el orden en España.

Tal vez resulte sorprendente que el mismo Iturrigaray, gran impulsor de la Consolidación, encabezara ahora con Primo de Verdad y Azcárate el movimiento autonomista. Lo cierto es que se trataba de un momento político distinto al de 1805: en 1808 España fue invadida por Francia y Napoleón Bonaparte forzó a Carlos IV a abdicar en favor de su hijo Fernando VII, quien a su vez abdicó en favor del hermano de Napoleón, José Bonaparte, quien sería rey de España hasta 1813.

El astuto virrey Iturrigaray, que veía acabada su carrera política en España, impulsaba ahora la independencia y especulaba con la posibilidad de ponerse al frente de la nueva nación. A partir del 23 de julio de 1808 convocó a los principales ciudadanos de la Ciudad de México a varias reuniones para analizar el plan autonomista y opinar sobre el futuro del reino. Si este proyecto hubiera tenido éxito, la nueva nación habría logrado su independencia sin derramamiento de sangre y sin los costos económicos y sociales que implicó la guerra insurgente.

Pero las aspiraciones de Primo de Verdad y Azcárate no se concretaron porque un grupo de españoles, al mando de Gabriel de Yermo, depusieron al virrey el 15 de septiembre de 1808, acusándolo de traidor. Con este golpe de Estado, al que nos referiremos con mayor detalle en el inciso siguiente, Verdad y Azcárate fueron encarcelados con otros destacados criollos que apoyaban la causa, entre ellos el abad de Guadalupe, José Beye Cisneros, los canónigos José Beristáin y de Cristo y fray Melchor de Talamantes. Este último y Primo de Verdad murieron en la cárcel unas semanas después, y Azcárate permaneció preso durante tres años, aunque una vez liberado siguió activo en la política.

 

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