Otro de los mitos más populares fijados con tinta indeleble en el imaginario popular de los mexicanos es el de que Malintzin –mal llamada Malinche– era una maldita traidora, renegada de la Patria que “nos vendió a los españoles”, pues ayudó a los invasores extranjeros a perpetrar la devastación del glorioso imperio mexica.
Tendríamos que explicar cuál es el origen de Malintzin, quien al momento de ser regalada a los españoles era esclava. Con frecuencia se ignora que la esclavitud en la época prehispánica existía desde antes del contacto con los españoles, aunque era distinta a la esclavitud que impusieron los europeos sobre los africanos. Los tlacotin podían ser cautivos de guerra utilizados para sacrificios, vendidos por deudas o pobreza, o empeñados temporalmente. Y aunque no era un estatus heredable, estaban en el último peldaño de la escala social, sujetos a las arbitrariedades y castigos de sus amos.
Malintzin era originaria de la región de Coatzacoalcos. No había nacido esclava, pero al morir su padre y volviéndose a casar su madre quedó atrapada en las intrigas familiares de ella y sus hermanastros, quienes buscaban dejarla fuera de la herencia que le correspondía. Su padrastro la vendió como esclava a unos comerciantes pochtecas, que a su vez la vendieron a un cacique en Tabasco. Es así que Malintzin era esclava al momento de ser entregada a Cortés y tenía quince años de edad, mientras que el extremeño tenía 33.
Según sus coetáneos, Malintzin era una mujer avezada, desenvuelta, audaz y de una inteligencia extraordinaria. Hablaba náhuatl, lengua que había aprendido en su tierra natal antes de ser vendida, además de maya, que aprendió al ser esclava en Tabasco. Cuando pasó a manos de los españoles fue bautizada como Marina, pero como los indígenas no pronunciaban la r, la llamaron Mallina, agregando la terminación náhuatl tzin, que es un signo de reverencia. Así, su nombre sería Malintzin, que en castellano equivalía a “doña Marina”.
Asimismo, regalar mujeres era una costumbre prehispánica para sellar alianzas políticas o establecer vínculos de parentesco, y obsequiarlas para el servicio de los señores (hacer tortillas, preparar comida y lavar), así como ofrecer tributo (plumas, mantas, cacao, grana, etcétera) eran también formas de reconocimiento de poder hacia los funcionarios mexicas a quienes se atiende, abre paso y reconoce su estatus de burócratas del estado mexica. No es extraño pues que Malintzin sea regalada junto con otras mujeres a los españoles que han vencido a los indígenas después de la batalla de Centla.
A partir de ahí se convertirá en pieza clave, puente, enlace y vehículo para la comprensión de aquellas sociedades de las que Cortés no sabe ni comprende absolutamente nada… todavía. Hay que recordar que a su arribo a las costas de Yucatán, los españoles encontraron al náufrago español Jerónimo de Aguilar, quien había vivido como esclavo de un cacique por muchos años y por lo tanto sabía hablar maya además de castellano. Pero Aguilar no era brillante y avezado como Malintzin, sino al parecer bastante limitado, además de que no comprendía el náhuatl y no podía traducirlo.
En ese contexto, la presencia de Malintzin al lado de Cortés se hizo indispensable. Por supuesto que la expectativa de ser doña Marina y estar en una posición de poder, rodeada de respeto y atención resultaba mucho más atractiva que seguir viviendo como esclava. ¿Qué era exactamente lo que Malintzin entendía de lo dicho por Cortés a Aguilar y después traducía del maya al náhuatl y otra vez de vuelta? Probablementeno lo sepamos nunca.
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Úrsula Camba Ludlow. Maestra y doctora en Historia por El Colegio de México. Hizo una estancia posdoctoral en la UNAM. Sus principales áreas de interés son la historia cultural, la de las mentalidades, de la sexualidad, de la negritud, de la esclavitud y del México virreinal. Asimismo, se ha especializado en la asesoría de guiones para series históricas y en la difusión de la historia de México en medios digitales y redes sociales. Es autora de diversos artículos y tres libros sobre el periodo virreinal, entre ellos Imaginarios ambiguos, realidades contradictorias. Conductas y representaciones de los negros y mulatos novohispanos, siglos XVI y XVII y Persecución y modorra. La inquisición en la Nueva España.
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“La Malinche es una traidora”