El discurso en favor de la mejora en las condiciones de los trabajadores enunciado por el legislador yucateco Héctor Victoria (con lentes) durante los debates parlamentarios de 1916, serían la base del artículo 123 de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos.
Después de advertir de su condición plebeya en aquella que fue su principal intervención en el Congreso constituyente, el diputado Victoria desarrolla sus argumentos para fundamentar su voto en contra del dictamen que en ese momento se presentaba:
“Vengo a manifestar mi inconformidad con el artículo 5º en la forma que lo presenta la comisión, así como por el proyecto del C. Primer Jefe, porque en ninguno de los dos dictámenes se trata del problema obrero con el respeto y atención que se merece. Digo esto, señores, porque lo creo así, repito que soy obrero, que he crecido en los talleres y que he tenido a mucha honra venir a hablar a esta tribuna por los fueros de mi clase.
[…] necesitamos para hacer fructífera nuestra labor, consignar en la Constitución las bases fundamentales acerca de la legislación del trabajo, porque aún no tenemos gobernantes revolucionarios en todos los estados. Quiero hacer una aclaración, resulta casi fuera de tiempo, pero es necesaria; tal vez los obreros que están en mejores condiciones en estos momentos en la república, gracias a la revolución constitucionalista, son los del estado de Yucatán; de tal manera, que somos los menos indicados, según el criterio de algunos reaccionarios o tránsfugas del campo obrero, para venir a proponer esas reformas; pero nosotros pensamos y decimos al contrario: Si en el estado de Yucatán estamos palpando todos estos beneficios, si allí los trabajadores no le besan la mano a los patrones, si ahora lo tratan de tú a tú, de usted a usted, de caballero a caballero; si por efecto de la revolución los obreros yucatecos se han reivindicado, señores diputados, un representante obrero del estado de Yucatán viene a pedir aquí se legisle radicalmente en materia de trabajo.”
Por consiguiente, el artículo 5º a discusión, en mi concepto, debe trazar las bases fundamentales sobre las que ha de legislarse en materia del trabajo, entre otras, las siguientes: jornada máxima, salario mínimo, descanso semanario, higienización de talleres, fábricas, minas, convenios industriales, creación de tribunales de conciliación, de arbitraje, prohibición del trabajo nocturno a las mujeres y niños, accidentes, seguros, e indemnizaciones, etc.
[…] Señores, poco o nada tendré que añadir, creo que me he limitado a tratar el punto que me corresponde ya que, como dije antes, vengo con una credencial obrera, y tengo la pretensión de no venir disfrazado, como algún diputado obrero que votó en contra del artículo 3º.”
Así, de esa sencilla manera, el diputado Victoria expresó en tribuna el contenido casi completo de lo que sería el artículo 123 constitucional, que se transformaría además en el Título VI de la carta magna. Gracias a su intervención, y después de tres días de discusión, el dictamen se retira el 28 de diciembre de 1916. A instancias de Pastor Rouaix, brazo derecho de Carranza en el Congreso constituyente y secretario de Fomento Económico de su gobierno en Veracruz, se constituye una comisión especial encabezada por él mismo, la cual redacta las bases del nuevo artículo, mismas que se llevan a la sesión del pleno del 13 de enero de 1917.
De ahí pasa a dictamen de la Comisión encabezada por Francisco J. Mújica, quien la presenta al pleno el 23 de enero siguiente, y que a iniciativa de Héctor Victoria –y por consenso– se dispensan los trámites para ser discutida y aprobada por unanimidad por los 163 diputados presentes aquel día. Como se dice en la jerga parlamentaria, en ese momento se trataba ya de una iniciativa “planchada”. Fue el artículo más debatido, y aunque fue aprobado por consenso, la diferencia entre el proyecto presentado por Carranza y el resultado es abismal. Todo gracias a un diputado con credencial obrera.
Héctor Victoria tuvo un triste final. Antonio Ancona Albertos, su compañero diputado constituyente también por Yucatán, lo narra de esta manera: “Y Victoria, este tuerto de anteojos agresivos y corazón fuerte, años después llegó a la metrópoli. Venía enfermo. Tuberculosis laríngea. Afónico. Flaco. Desamparado. Alguien del gobierno de Yucatán […] lo dejo sin empleo. Ya no servía para nada el precursor del artículo 123. Vino con su admirable compañera [la profesora Hermila Gamboa Pérez]. Y hubo de regresar, agonizante, con auxilios pequeños de grandes amigos pobres. Pero entero. Jamás flaqueó. Nada pidió. Seguro de sí mismo y seguro de su muerte viajó en trenes y barcos hacia su destino: el cementerio de Mérida”.
Murió el 31 de diciembre de 1926 a los cuarenta años de edad.
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Rosa Albina Garavito Elías. Economista por la UANL y maestra en Sociología por la FLACSO de Santiago de Chile. Profesora investigadora del Departamento de Economía de la UAM-A. Es directora fundadora de la revista El Cotidiano de la misma institución. Ha publicado numerosos ensayos de economía y es autora de Los espejos del cambio. 2000-2002, y Salarios y empleo en el pacto social del siglo XXI, entre otros libros.
Héctor Victoria