El primer desnudo del arte mexicano

La obra del pintor viajero Felipe Santiago Gutiérrez
Rosa María Letayf

Aunque murió pobre y casi en el olvido, Gutiérrez es uno de los artistas más representativos de la pintura mexicana decimonónica. Durante su vida recorrió buena parte del mundo y la experiencia adquirida en sus viajes le permitió asimilar diversas corrientes artísticas y crear un estilo que no estuvo exento de escándalos, como el de su célebre desnudo, demasiado atrevido para la época.

 

En 1891 el pintor Felipe Santiago Gutiérrez presentó en la exposición anual de la Academia de San Carlos el primer desnudo femenino de la pintura mexicana del siglo XIX: La Cazadora de los Andes. Debido a la moral de la época causó un gran escándalo y tuvo que ser expuesto en el salón para artistas extranjeros, en cuya entrada había una cortina roja que se abría con el fin de develar la obra y un letrero que decía que sólo se permitía el ingreso a caballeros mayores de edad, mas no a niños ni mujeres.

La trascendencia de Felipe Santiago Gutiérrez radica en su carácter revolucionario al pintar ese desnudo. La Cazadora de los Andes es la obra emblemática del artista y una de las mejor logradas; en ella se representa a Diana, la diosa griega de la caza. La pintura es una alegoría de las tierras americanas simbolizadas en la mujer. Gutiérrez consideraba a Europa el pilar de Occidente y, debido a su amplia cultura y fascinación por los clásicos griegos, plasmó un paralelismo entre Diana y las tierras de América; por tal razón llamó a su cuadro La Cazadora de los Andes.

Gutiérrez fue un viajero incansable y en todos los lugares que visitó dejó muy en alto el nombre de México. Hombre de ideas liberales y para quien el contacto humano era vital. Personaje fuera de serie entre los pintores decimonónicos: bohemio, cosmopolita, altruista y romántico que sabía adaptarse a toda situación, incluso a las incomodidades que enfrentaban los viajeros del siglo XIX. En los diarios más importantes del país y en los del extranjero a menudo se elogiaba su trabajo. Sus obras siempre fueron expuestas en las muestras de arte nacionales e internacionales.

Roma fue de gran importancia en su formación artística, ya que le dio la oportunidad de trabajar el desnudo del natural, dado que en San Carlos era completamente desconocida tal modalidad. En la “capital del arte” también se encontraba su gran amigo y compañero de San Carlos, José Salomé Pina, a quien Gutiérrez pidió una modelo que posase para su estudio. El nombre de la mujer era Gallesiara, su musa en las obras que lo consagraron como artista.

Posteriormente viajó a Nueva York, donde conoció a Rafael Pombo, quien lo invitó a fundar la primera academia oficial de arte en Colombia: la Academia Gutiérrez, de la cual fue director. En todos los lugares donde estuvo se manifestó como un gran promotor y defensor de la cultura y la educación. Es decir, vivió de la cultura y para la cultura. Ya en México, se casó con Encarnación Castillo Reséndiz, con quien tuvo dos hijas: Esther y Elodia.

 

Esta publicación es un fragmento del artículo "El primer desnudo del arte mexicano" de Rosa María Letayf y se publicó íntegramente en la edición de Relatos e Historias en México, núm. 56