Jefe Militar con el Poder Ejecutivo del 12 de septiembre al 4 de octubre de 1855.
Pocos son los militares que pertenecieron al partido conservador cuyos méritos históricos son reconocidos por la historiografía oficial mexicana, ésa que reparte nombres de calles y erige estatuas.
El general Rómulo Díaz de la Vega es uno de los que “alcanzaron calle”. Fue presidente en funciones durante 22 días, del 12 de septiembre al 4 de octubre de 1855, aunque no fue electo ni proclamado. Luchó en la Guerra de los Pasteles contra los franceses (1838-1839), en la lucha contra los separatistas texanos, en la defensa del territorio nacional ante la invasión estadunidense (1846-1848), contra los mayas yucatecos en la Guerra de Castas, y defendiendo al imperio en la invasión francesa de 1862-1867.
Nació en la ciudad de México en 1800, aunque algunas fuentes lo ubican en 1804. Sentó plaza como cadete en 1821 y, junto con su regimiento, se adhirió al Plan de Iguala. En 1825 era ingeniero militar y subteniente. Para 1833, ya como capitán, participó en su primera revuelta al apoyar el fracasado pronunciamiento de Mariano Arista contra la presidencia de Santa Anna, incursión política que le costó su baja del ejército y ser confinado en la ciudad de Puebla. Dos años después fue reintegrado al ejército, conservando su rango de capitán.
Se unió y apoyó al partido conservador durante casi toda su vida, salvo un breve periodo tras el triunfo de la Revolución de Ayutla. Cuando México enfrentó las ambiciones separatistas de los colonos texanos, se distinguió en la desastrosa campaña, ganando en El Álamo una medalla por su valor.
El 2 de agosto de 1855, Rómulo Díaz, ya como general, se encontraba al frente de la guarnición leal al gobierno de Santa Anna en la Ciudad de México cuando este último abandona la capital, previendo su inminente derrota a manos de los pronunciados del Plan de Ayutla. Aprovechando el vacío de poder, De la Vega decide apoyar a los liberales autoproclamándose jefe del movimiento revolucionario en la capital, con lo que pretendía hacerse de la presidencia, pero Martín Carrera fue elegido para el cargo.
En 1856 se reintegra a la política, en el bando conservador. En 1857 apoyó el Plan de Tacubaya y en 1859 fue nombrado gobernador del Distrito Federal por el presidente conservador Miguel Miramón. En 1860 era comandante del Segundo Cuerpo del Ejército Conservador y en 1863 formó parte de la Junta de Notables que erigió a Maximiliano de Habsburgo como emperador de México, quien a su vez lo nombró gobernador de Jalisco en 1864.
Al triunfo de la República fue sentenciado a dos años de prisión. El presidente Benito Juárez decidió conmutarle la pena por dos años de confinamiento en la ciudad de Puebla, donde pasó el resto de su vida alejado de la política y en condiciones económicas cada vez más apremiantes, hasta que murió en la miseria en octubre de 1877.
El artículo "Martín Carrera" del autor Luis A. Salmerón se publicó en Relatos e Historias en México, número 66. Cómprala aquí.