Tras varios meses de trabajos de restauración y conservación, la emblemática Escultura Ecuestre de Carlos IV, también conocida como “El Caballito”, que se encuentra desde 1979 en la Plaza Tolsá del Centro Histórico, frente al Museo Nacional de Arte, se exhibe de nuevo para el disfrute y aprecio de la población en general. Aquí les compartimos, además de varias fotografías, un interesante video en el que expertos del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) explican a detalle el proceso de restauración de "El Caballito" y su pedestal.
La recuperación de este patrimonio histórico con más de 200 años de vida estuvo a cargo del INAH desde julio de 2016 cuando se realizó tanto el diagnóstico del deterioro como los estudios técnicos y científicos. Posteriormente, en octubre de ese año se emprendieron las acciones directas sobre la escultura que consistieron en la estabilización del metal, limpieza y reposición de una capa de superficie para rescatar la intención tonal (barniz olivo parduzco) que su creador Manuel Tolsá decidió poner. La capa pictórica original —que aún se extiende en un 30% de la superficie— fue protegida con resinas reversibles y, finalmente, la pieza fue recubierta con poliuretano acrílico para protegerla.
Cerca de 160 especialistas atendieron la pieza metálica de la Escultura Ecuestre de Carlos IV, el núcleo del basamento y el recubrimiento pétreo del pedestal. Además, se limpiaron las dos placas de mármol que datan de 1852, cuando el arquitecto Lorenzo de la Hidalga dotó de pedestal a la escultura, y otra más de bronce que da cuenta del traslado del monumento en 1979 del cruce de las avenidas Bucareli y Reforma a la Plaza Tolsá en la calle de Tacuba.
Con la entrega de “El Caballito”, además se dispusieron estaciones para monitorear los movimientos del subsuelo y el impacto de agentes contaminantes en las inmediaciones de la Plaza con el fin de brindar atención oportuna al monumento.
La fundición de El Caballito
Tras una larga espera para conseguir primero la aprobación de su proyecto y luego los materiales necesarios Manuel Tolsá fundió la espléndida estatua ecuestre de Carlos IV en lo que fuera el huerto del colegio jesuita de San Gregorio, que actualmente es el extraordinario mercado Abelardo Rodríguez, ubicado en la calle República de Venezuela en el Centro Histórico de Ciudad de México.
Catorce meses le llevaron a Tolsá pulir y embellecer su pieza cuya fundición produjo tal cantidad de hervores del cianuro empleado para la elaboración que, a la postre, le causaron la muerte después de haber perdido todos los dientes.
Respecto al traslado de semejante escultura desde el excolegio jesuita de San Gregorio hasta la Plaza Mayor de la Ciudad de México, en donde fue su primera sede, cuenta la Gaceta de México:
“En día 9 de noviembre de este año de 1803 se dispuso ya el artífice de ella, don Manuel Tolsá, a preparar los medios y las máquinas oportunas para moverla y conducirla. Venció fácilmente la primera dificultad suspendiéndola y colocándola con firmeza en el ingenioso carro que debía rodar mole tan inmensa; pero lo fangoso y desigual del terreno en que se ejecutó la fundición, hizo más ardua la segunda operación de sacarla de allí. […] La marcha era lenta y pausada […] por las calles de Chiconautla [Colombia], segunda y tercera del Relox [Argentina], la del Seminario y Plaza Mayor hasta el sitio del pedestal a donde llegó a las diez y cuarto de la noche del día 23, habiéndose gastado cinco días en la conducción.”