El ambiente de la estación de trenes capitalina de Buenavista, cuya perfecta simetría se mezcla esta vez con un frío y desolador ambiente, recibe a la bella Luisa, que por la expresión de su seño parece tener más miedo que ganas de abrazarse a la esperanza de una vida próspera. Y así, con el rechinar de las ruedas en sintonía con sus sigilosos pasos, la pueblerina pasa sus primeros instantes en la capital de aquel México de los años sesenta que ya crecía exponencialmente...