Zona Arqueológica de Cuicuilco

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Gerardo Díaz

 

Su planta circular y rampas elevadizas hace que el gran basamento de esta zona sea novedoso a la vista, pues hay pocas construcciones con estas características en el país.

 

A un costado de Periférico Sur, en la capital del país, un moderno centro comercial que ocupa parte de una antigua fábrica de papel y una ex villa olímpica, se encuentra una zona arqueológica peculiar. De nombre Cuicuilco (lugar donde se hacen cantos y danzas), este asentamiento prehispánico se situó entre la fértil ribera de Xochimilco y el rebelde Ajusco. Su planta circular y rampas elevadizas hace que el gran basamento de esta zona sea novedoso a la vista, pues hay pocas construcciones con estas características en el país.

Se cree que el edificio alcanzó doce metros de altura y tenía un diámetro cercano a los sesenta metros. Es uno de los asentamientos más antiguos del valle de México y su abandono se debió a la erupción del volcán Xitle hacia el año 250. Hoy este forma parte del parque nacional Cumbres del Ajusco.

Esta área permaneció “escondida” hasta que, en 1922, Byron Cummings realizó estudios y hallazgos al respecto. Luego, el arqueólogo estadounidense recuperó dos esculturas de dioses del fuego y descubrió cinco altares de forma oval en la cima del gran basamento. La disposición gubernamental para disponer los terrenos cercanos para transformarlos en villa olímpica en 1968 permitió, en parte, su salvamiento arqueológico.

Las diversas circunstancias políticas y de suelo en la ciudad llevaron la construcción de la Escuela Nacional de Antropología e Historia en 1979, junto a este vestigio. Tras un debate acalorado se permitió que la ENAH retomara la investigación arqueológica del sitio, permitiendo “investigación formativa” y conformándose un espacio único en su especie.