Flores Magón fue considerado por el régimen porfiriano como un delincuente, cuando originalmente solo manifestó su derecho a la libre expresión.
Nacido en 1873 en Oaxaca, Ricardo Flores Magón se forjó en la Escuela Nacional Preparatoria, un gran legado liberal y orgullo del porfirismo. Esta institución que hacía hincapié en la evolución social fue el parteaguas de su crítica al régimen. Ricardo vio que una oligarquía nada distante del modelo virreinal era la que gobernaba México y daba cuentas ya no al rey de España, sino a los grandes intereses extranjeros. Por ello tratará de reivindicar las ideas liberales apegado al sentido de justicia social, donde el bienestar común no entrara en contradicción con la modernización y el progreso.
En 1892 participó en su primera protesta pacífica, por la cual pasará un mes en la cárcel. En 1900 aparecerá el primer número de Regeneración, una publicación duramente crítica del régimen porfiriano y la cual lo conducirá, junto a sus hermanos, a la aprehensión, una injusta confiscación de bienes y amenazas por parte del gobierno. Por ello decide trasladarse a Estados Unidos en 1904.
En la nación de las barras y las estrellas reforzó su discurso con exigencias de la clase obrera y el campesinado, sectores que, para Flores Magón y simpatizantes, habían sido abandonados por el gobierno mexicano. Censurado nuevamente, ahora por los estadounidenses, y un tanto desesperado, comenzó a planear el movimiento armado. Así, mucho antes que Francisco I. Madero, el Partido Liberal magonista propuso 1906 como el año de inicio de una revolución. Sin embargo, el gobierno norteamericano intervino con arrestos y confiscaciones.
En 1907, Ricardo fue acusado de robo, homicidio, resistencia al arresto, difamación criminal, entre otros cargos. Sería la primera de varias visitas a prisiones estadounidenses. En la cárcel llevaría su ideología, derrotada una y otra vez por el poder, a la radicalización. “Los ricos gozan de la libertad económica y es por ello que son los únicos que se beneficiaron con la libertad política”, arguyó. Entonces inició una férrea campaña contra el sistema político y económico. Su propósito hasta el final de sus días era ver la caída de toda forma de gobierno opresor.
Ahora es reconocido y alabado como uno de los precursores de la Revolución mexicana. Su intención siempre fue transformar la miseria en prosperidad. La censura y represión estatal contribuyeron a que se transformara en el representante del mexicano radical de inicios del siglo XX. Ricardo incluso criticó la revolución maderista, pues la vio como un simple cambio de figuras al frente del poder y no una verdadera transformación para el país. Este joven, que deseó una transformación pacífica del régimen, terminó siendo un adulto radical avergonzado de un sistema político que lo traicionó al incumplir lo que pregonaba en el aula: libertad, orden y progreso.