Ubicado sobre la vieja calle de Tacuba, en el corazón de la Ciudad de México, el máximo recinto público del arte mexicano en el país fue primero sede de la Secretaría de Comunicaciones porfiriana, que a su vez se erigió sobre el predio donde estuvo el antiguo Hospital de San Andrés.
El desarrollo de las tecnologías de la comunicación fue una de las principales preocupaciones del gobierno de Porfirio Díaz. Así, en 1905 se decidió emprender en un predio vacante de la calle de Tacuba de la Ciudad de México, producto de la demolición del Hospital de San Andrés, la construcción de un auténtico palacio que alojara a la Secretaría de Comunicaciones y Obras Públicas, al tiempo que mostrara de manera contundente lo que México había avanzado en esa oleada de progreso que experimentaban no pocas naciones del orbe, principalmente en Europa.
No obstante que el derrumbe del hospital habría alegrado a quienes consideraban que las viejas edificaciones coloniales nada tenían que hacer en la moderna Ciudad de México, San Andrés tenía una interesante historia, por lo que su desaparición fue una lamentable pérdida para la capital.
En 1905 comenzó la construcción del Palacio de Comunicaciones, de acuerdo con el proyecto del italiano Silvio Contri, autor también del edificio de High Life, en la esquina de Madero y Gante.
En su edificación se emplearon las técnicas más modernas y no se escatimó detalle alguno: la estrucura metálica fue ejecutada por la casa Milliken Bros., de Nueva York; la decoración se debe a Mariano Coppedé e hijos; la herrería a la Fondería del Pignone, de Florencia; el alumbrado y la calefacción a la empresa Arthur Franzen and Co., y los elevadores a la Officine Meccaniche Stigler, de Milán. La fachada fue obra de Contri y Coppedé, cuyos hijos Gino y Adolfo realizaron la ornamentación en piedra y las esculturas. Carlo Coppedé, hermano de los anteriores, pintó las alegorías que adornan los plafones del inmueble: El Progreso, del Salón de Recepciones; La Paz en la escalera principal, y Europa transmitiendo su sabiduría a América por el telégrafo, en la oficina telegráfica situada en el costado oriente del edificio.
Los acontecimientos producidos por el inicio de la Revolución hicieron imposible que Porfirio Díaz inaugurara este fastuoso inmueble. En tal virtud, fue hasta el gobierno de don Francisco I. Madero que, en 1912, la Secretaría de Comunicaciones pudo ocupar su nuevo edificio.
Ahí permaneció hasta 1954, cuando cambió de sede al inaugurarse sus nuevas instalaciones en Xola y Niño Perdido (hoy Eje Central Lázaro Cárdenas). Entonces, en el viejo y semiabandonado palacio continuaron funcionando algunas dependencias de dicha secretaría y la oficina de telégrafos, hasta que en 1973 fue ocupado por el Archivo General de la Nación; pero éste, en 1982, se reinstaló en la expenitenciaría de Lecumberri.
Esta publicación es un fragmento del artículo “El antiguo Palacio de Comunicaciones” de la autora Guadalupe Lozada León y se publicó íntegramente en la edición de Relatos e Historias en México, núm. 91